El ministro francés del Interior, Gérard Collomb, se ha salido con la suya y se apea del Gobierno dando un portazo. El número dos del Ejecutivo forzó la mano de Emmanuel Macron, que terminó ayer aceptando su dimisión 24 horas después de haberla rechazado. Francia asiste perpleja al divorcio por entregas que han protagonizado el presidente y el exalcalde de Lyón, cuya abrupta salida del Gobierno abre una brecha en el corazón del macronismo.

El ministro era uno de los escasos hombres de confianza del presidente que se atrevía a decirle las cosas a la cara, pero quizás pecó de osadía al criticar en público la «falta de humildad» de Macron. Al presidente no le gustó.

El punto de inflexión de una relación que ha transitado de la complicidad al enfrentamiento fue el caso Benalla el escándalo del ex jefe de seguridad de Macron filmado cuando pegaba a unos manifestantes. Collomb llegó a decir que no conocía de nada a Benalla y Macron no apreció su falta de solidaridad.

Cuando el pasado 18 de septiembre Collomb anunciaba en L’Express su intención de optar nuevamente a la alcaldía de Lyón en las municipales del 2020 y que dejaría el Gobierno después de las europeas del próximo mayo todo se precipitó. La oposición disparó contra un ministro del Interior que estaba ya «en el exterior» y los sindicatos policiales lamentaban la situación de interinidad.

Con el argumento de que había que acabar con rumores y presiones, este lunes, en lugar de ir al aeropuerto para volar a Guinea Conakry, cruzó la calle del Faubourg Saint Honoré con una carta de dimisión en el bolsillo.

Macron la rechazó pero Collomb volvió a la carga este martes declarando en Le Figaro que su dimisión seguía en pie porque tanto los franceses como los habitantes de Lyón merecían «claridad».

Macron aceptó la dimisión y encargó al primer ministro, Edouard Philippe, asumir de manera interina la cartera de Interior.