La policía de Los Angeles volvió a tropezar el miércoles con la misma piedra que desencadenó violentos disturbios raciales en la ciudad cuando, en 1991, la paliza que un agente propinó a un hombre negro desarmado fue grabada por los helicópteros de algunas cadenas televisivas.

"Allá vamos, esto es otra vez el caso de Rodney King", comentó el activista proderechos civiles Naji Alí, comparando el incidente con el brutal apaleamiento que sufrió en 1991 el joven negro a manos de policías blancos, cuya absolución en el juicio posterior sumió Los Angeles en una ola de violencia.

"Investigaremos a fondo esta situación hasta que lleguemos a la verdad", prometió ayer el subjefe de la policía angelina, Earl Paysinger, que también es negro y lleva dos años tratando de mejorar las relaciones de los temibles agentes de la ley con la comunidad negra de la ciudad, al parecer con poco éxito.

"Yo no me siento seguro con la policía", explicó al rotativo Los Angeles Times DeMaria Perry, un joven negro de 16 años. "Esa es la razón por la que la gente corre cuando los ve, porque no sabe qué esperar", añadió el joven en sus declaraciones.

PRESUNTO LADRON Este último incidente se produjo a las 5.25 de la madrugada del miércoles, cuando los policías emprendieron la persecución del presunto ladrón de un coche Toyota. La carrera duró media hora, hasta que el perseguido se detuvo, salió del vehículo y echó a correr. Al final se entregó con los brazos en alto y luego se arrodilló, esperando a los policías. Entonces, dos agentes le sujetaron contra el suelo, mientras que un tercero le golpeó 11 veces con una linterna de metal.

La escena fue grabada en vídeo desde los helicópteros que seguían la persecución. La grabación muestra también cómo los policías se estrechan la mano satisfechos tras esposar al prisionero, identificado después como Stanley Miller, de 36 años, un hombre alto y corpulento con un historial previo de detenciones por robo. Miller fue trasladado a un hospital y dijo haber sido golpeado en la cabeza, según informó ayer el subjefe de policía Paysinger.

Este nuevo patinazo es doblemente embarazoso para la policía de Los Angeles, porque se produce apenas una semana después de que proclamara haber puesto en marcha satisfactoriamente las reformas impuestas por el Departamento de Justicia, para corregir "la tendencia y práctica", por parte de los agentes de policía, de violar los derechos civiles de los detenidos.

En vista de que los viejos hábitos parece que se mantienen, el FBI y el fiscal del distrito de Los Angeles anunciaron ayer que también abrirán una investigación sobre la paliza propinada a Stanley Miller. "No se puede negar que lo que se ve en el vídeo tiene muy mal aspecto, pero no deberíamos precipitarnos y hacer juicios de valor hasta que se completen las investigaciones", declaró el jefe de policía de Los Angeles, William Bratton.

VETERANOS De momento, los tres agentes que participaron en la paliza han sido suspendidos de empleo y sueldo. Aunque no se han revelado sus identidades, se sabe que son veteranos del cuerpo, todos ellos blancos. En total, nueve agentes están siendo investigados por el incidente. Miller estaba ayer detenido, pendiente de que deposite una fianza de 30.000 dólares (25.000 euros, más de 4 cuatro millones de pesetas).

"¿Cuánto tiempo más vamos a tener que seguir sentados, viendo cómo se trata a nuestros hermanos y hermanas?", clamó ayer Morris Griffin, miembro de la denominada Coalición de Los Angeles para la Justicia y la Paz y para Acabar con la Brutalidad Policial. "A menos de que rueden algunas cabezas, volveremos a los viejos días negros de la policía de Los Angeles", añadió John Mack, presidente de la Liga Urbana de esta ciudad estadounidense.