Cuando adelantó las elecciones 18 meses, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pensaba en coger a la oposición con el pie cambiado. El mandatario esperaba pillar a sus rivales en fuera de juego, sin tiempo suficiente para organizarse para unos comicios, los del 24 de junio, que se presentan cruciales y servirán para apuntalar el sistema presidencialista aprobado en el referéndum de abril del 2017.

Esa era su idea, pero su táctica ha fallado. Ayer, los partidos opositores presentaron sus candidatos. No serán adversarios entre ellos: avistan, como único objetivo, destronar a Recep Tayyip Erdogan.

Se trata de tres partidos. El Partido Republicano del Pueblo, la mayor formación opositora del país y el partido que creó el padre fundador de Turquía, Mustafá Kemal Atatürk; el IYI Parti -el Buen Partido-, formación conservadora y nacionalista creada en diciembre del 2017; y el Partido de la Felicidad, una formación islamista y conservadora creada en el 2001, cuando el antiguo partido islamista, el Partido de la Virtud, fue prohibido.