Grecia se debate hoy entre el voto de la rabia y el voto del miedo. La rabia -ante los recortes, las medidas de austeridad y los dictados de Bruselas y Berlín- la representa Syriza, el partido izquierdista que, como Podemos en España, se ha revelado la fuerza estrella de la nueva política que irrumpe con fuerza. El voto del miedo -a lo nuevo, inesperado y quizás caótico- lo impulsan los partidos que ahora gobiernan en Grecia en coalición tras 40 años de alternancia: los conservadores de Nueva Democracia (ND) y los socialdemócratas del Pasok.

El análisis no es de nadie sospechoso de simpatizar con los izquierdistas sino del columnista conservador Alexis Papachelas, del diario Kathimerini. Y es que, pese a que lo que se vota hoy en el Parlamento griego es la elección del nuevo presidente de la República, la sesión trasciende la simple designación del jefe de estado. Se trata de la tercera y última ronda de votación de la que disponen los partidos que apoyan al Gobierno de Antonis Samarás para permanecer en el poder, porque, de no lograr los 180 votos necesarios -de 300 escaños con que cuenta el hemiciclo heleno- la cámara deberá disolverse y serán convocadas elecciones anticipadas (las terceras en tres años), para las que Syriza parte con ventaja según las encuestas.

«La gente no quiere elecciones anticipadas. Quiere que este Parlamento elija a un nuevo presidente de la República. Y haré todo lo posible para elegir al nuevo presidente y evitar elecciones. Porque esto va en el interés nacional», avisó Samarás en una entrevista con la televisión pública Nerit el sábado, acusando a la oposición de «terroristas», «extorsionadores» y «aventureros».

El candidato propuesto por Samarás, el excomisario europeo Stavros Dimas, logró en las dos primeras rondas de votación 160 y 168 votos, respectivamente, por lo que aún necesita convencer a 12 diputados más -de entre el grupo de no adscritos o de los partidos más pequeños con representación parlamentaria- para lograr su objetivo. Para ello ha prometido una reforma «radical» de la Constitución que dé paso a una «nueva Grecia».

Pero sus promesas son más prosaicas: según la prensa local habría ofrecido acabar con el cupo de 50 diputados que se otorgan al partido más votado y también eliminar la barrera electoral del 3%, lo que permitiría a las formaciones más pequeñas permanecer en el Parlamento en unas elecciones.

Los parlamentarios de ND y del Pasok han mantenido continuas reuniones con los diputados no adscritos a fin de convencerles de que den su voto a Dimas para no forzar unas elecciones anticipadas que supondrían a Grecia nuevos problemas con los dirigentes europeos, ya que, de ganar Syriza, el partido pretende renegociar las condiciones de los memorandos impuestos. «Nuestra responsabilidad histórica es allanar el camino a una política alternativa en Europa», afirmó Tsipras este fin de semana, prometiendo que su eventual futuro Gobierno será «el de todo el pueblo».