El jefe del Parlamento, Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por más de 50 países, pidió ayer a su representante diplomático en EEUU, Carlos Vecchio, que se reúna con el Comando Sur de ese país para coordinar una posible cooperación ante la crisis venezolana, lo que representa una nueva advertencia al Gobierno de Nicolás Maduro sobre una eventual intervención militar extanjera.

El anuncio lo hizo el líder opositor frente a decenas de personas que se concentraron un día más en una plaza del este de Caracas. Guaidó reiteró que junto a los gobiernos aliados, liderados por EEUU, mantienen «todas las opciones» sobre la mesa en la búsqueda de una solución a la crisis venezolana que incluya, según dijo, la salida del poder de Maduro.

Por otro lado, Maduro calificó de «topo de la CIA» al general Manuel Ricardo Cristopher Figuera, el hombre que desde hace poco dirigía la temida policía política venezolana, el Sebin, un cargo al que se accede respaldado más por la lealtad política que la eficiencia.

Figuera estuvo detrás de la liberación del opositor Leopoldo López, actualmente en la residencia del embajador de España, y algo más. «Articuló el golpe de Estado, es un traidor. Hasta hoy está huyendo», dijo Maduro. Según el presidente, Figuera había sido captado por la CIA «desde hace más de un año».

PERDICIÓN POLÍTICA

Antes de salir de escena, Figuera hizo circular una carta en la que alertaba a Maduro sobre su entorno más cercano que, según afirmó, lo llevarían a la perdición política. Cuando Washington levantó las sanciones económicas contra Figuera, el Gobierno no dudó en considerarlo como enemigo. Según Maduro, el general «armó el cuento» de que en la conjura participó el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Vladimir Padrino López, y el presidente del Tribunal Supremo, Maikel Moreno, entre otros.