Tsaji Hanegbi, ministro de Seguridad Interior de Israel, se declaró ayer dispuesto a afrontar las consecuencias de la huelga de hambre "ilimitada" de los 1.550 detenidos palestinos en las cárceles israelís de Nafha, Echel, Kedar y Hadarim. Además, Israel afronta la huelga con una guerra psicológica.

Mañana, cerca de 2.400 prisioneros deben decidir si se suman al movimiento iniciado el domingo. Las reivindicaciones de los reos van desde el "cese de los registros humillantes" a la "supresión de los cristales durante las visitas familiares".

EXPERIENCIA IRLANDESA Según Hanegbi, la huelga tiene como objetivo "mejorar las facilidades de los terroristas para planificar atentados contra Israel". Menos radical y con el bagaje "de la experiencia de las huelgas de hambre de los activistas irlandeses en los años 70 y 80", la autoridad penitenciaria piensa tomar parte en la "guerra psicológica", organizando para sus guardias "comidas copiosas" a base de barbacoas, platos orientales y pasteles bajo la nariz de los huelguistas.

"La prueba de fuerza peligrosa", como la definen numerosos analistas, puede encontrar un cierto eco mañana con una jornada nacional de ayuno y solidaridad en los territorios palestinos. El primer ministro palestino, Ahmed Qurei, tiene intención de reclamar "la liberación de todos los presos como parte de un acuerdo de paz" con Israel.

Ayer, en Gaza, más de 3.000 personas participaron en una marcha de solidaridad con los huelguistas. Jaled al Batch, uno de los jefes de la Yihad Islámica, amenazó con secuestrar "a los soldados sionistas y a los colonos, para intercambiarlos con los presos". En Hebrón (Cisjordania), se siguió una huelga comercial como muestra de solidaridad, mientras decenas de personas protestaron ante los locales de la Cruz Roja. La población carcelaria palestina está formada por condenados, detenidos a la espera de juicio y "encarcelados administrativos", sin juicio, según un procedimiento del mandato británico, por "amenaza a la seguridad". Aquí también está la universidad de la lucha palestina, cuyo estudiante más famoso es Maruán Barguti, jefe de las milicias Tanzim, condenado a cadena perpetua. Y es el lugar donde se desarrollan los juegos de poder entre las organizaciones rivales para conseguir la hegemonía en el futuro Estado soberano.

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