El conflicto en el este ucraniano se transformó ayer en una crisis internacional de consecuencias impredecibles después de que fuera derribado -todo apunta a que por un misil cuyo origen se desconoce- un avión de pasajeros de la compañía Malaysia Airlines que cubría la ruta Ámsterdam-Kuala Lumpur con 298 personas a bordo, entre pasajeros y tripulación, cuando sobrevolaba el espacio aéreo de Ucrania oriental, a tan solo 50 kilómetros de la frontera con Rusia. El Gobierno y los responsables militares de Kiev y los rebeldes prorrusos intercambiaron una ristra de acusaciones sobre la responsabilidad de la tragedia, en la que no hubo supervivientes. La catástrofe obligará probablemente a abrir una investigación externa para determinar responsabilidades, pudiendo forzar incluso a la comunidad internacional a implicarse en mayor grado en una guerra que hasta ahora ha esquivado y que dura ya más de cuatro meses.

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Un reportero de Reuters llegó a primera hora de la noche de ayer hasta las proximidades del lugar donde cayó el Boeing 777, similar al que se perdió en pleno vuelo hace cuatro meses cuando volaba entre la capital malasia y Pekín. El periodista entrevistó a un miembro de los equipos de rescate, quien habló de docenas de cadáveres desgarrados entre los restos del fuselaje, esparcidos en un radio de 15 kilómetros. La mayoría de las víctimas son holandesas: 154 y hay varios niños.

EXPLOSIÓN Y DISPAROS / Un testigo quien solo dio su nombre de pila -Vladímir-, relató a la misma agencia de noticias: «Estaba trabajando con mi tractor cuando oí el sonido de un avión; después, una explosión y disparos; vi como el avión caía a tierra y se partía en dos; se elevó una columna de humo negro».

Las dos hipótesis que barajaban analistas y medios de comunicación era que el Boeing de Malaysia Airlines, que volaba a 10.000 metros, fuera abatido, o bien por un misil tierra-aire, o bien por un proyectil aire-aire disparado desde un caza militar.

El analista militar Vladislav Shuigin valoró, ante los micrófonos de la emisora de radio de Kommersant, que en el caso de que se tratara de un proyectil tierra-aire, este solo podía haber sido disparado desde alguna batería de defensa antiaérea de largo alcance de la familia S-300, considerada una de los más avanzadas desde el punto de vista tecnológico, lo que excluiría automáticamente a las milicias rebeldes prorrusas, cuyas defensas antiaéreas tan solo tienen un radio de acción de 3.000 o 3.500 metros. Las baterías S-300 solo están en poder de los ejércitos regulares de «Rusia» o «Ucrania», subrayó Shuigin. En cuanto a la posibilidad de que fuera un proyectil aire-aire, fuentes militares ucranianas, por su parte, se apresuraron a subrayar que su aviación no realizó ninguna misión en la zona.

Las autoridades de aviación ucranianas intentaron explicar ayer a la prensa internacional cómo era posible que un aparato comercial sobrevolara una zona del país en la que se estaban desarrollando operaciones militares desde hace ya varios meses. Un responsable del Servicio Gubernamental de Aviación recordó que el pasado 8 de julio se prohibió el sobrevuelo de todo avión comercial en el espacio aéreo del sureste del país por debajo de de 7.900 metros, mientras que el Boeing malasio volaba más alto, a 10.000 metros.

Fuentes locales de aviación explicaron a la agencia Interfax que el aparato realizó un descenso inesperado, a la altitud en la que recibió el impacto, poco antes de entrar en el espacio aéreo ruso. Dmytro Babeytchuk, jefe de los servicios de control aéreo, subrayó que la tripulación no había indicado problema alguno antes de perderse el contacto.

El conflicto entre rebeldes prorrusos y el Gobierno ucraniano amenaza con complicar las labores de rescate, así como las investigaciones. Según Kommersant, las milicias prorrusas tienen las cajas negras del avión, al tiempo que el responsable ucraniano para las Situaciones de Emergencia, Serhiy Bochkovsky, acusó a los rebeldes de «sabotear» los trabajos de rescate.

La tragedia ha sembrado la inquietud entre las aerolíneas que emplean el espacio ucraniano. Lufthansa, Air France y Vueling anunciaron que dejaban de sobrevolar el este de Ucrania. La aerolínea española dijo que consideraría hoy la continuidad de su vuelo a Kiev, al igual que British Airways. Las rusas Aeroflot y Transaero, y la norteamericana Delta Airlines informaron de que ya no cruzarán Ucrania.