“Brasil es un país de mayoría conservadora y cristiana (…)¿cómo es posible que no tenga un partido conservador, una TV conservadora, una universidad conservadora, un diario conservador?”. Olavo de Carvalho se hacía esa pregunta antes del triunfo electoral de Jair Bolsonaro. Ahora puede decir que su país tiene un presidente de ultraderecha y que él, astrólogo, bloguero, exhumador de saberes milenarios y youtuber, es su gurú a la distancia. “Fui su partero”, corrige. De Carvalho tiene 71 años y vive en una zona rural de Virginia, Estados Unidos. Apenas ha hablado por teléfono con Bolsonaro un par de ocasiones. Uno de sus hijos lo visitó en su rancho. “Eso fue todo”, asegura el autor de 'El Imbécil Colectivo' y 'Lo Mínimo que Usted Necesita Saber para no ser un Idiota'. Pero su prédica es tan profunda que recomendó como ministros de Educación y Exteriores a Ricardo Vélez Rodríguez y Ernesto Araújo. “La Divina Providencia unió las ideas de Olavo de Carvalho y la determinación y el patriotismo del presidente electo Jair Bolsonaro”, dijo Araújo sobre el Brasil que, en adelante, se propone “cristianizar” a un mundo capturado por el “globalismo”, China, el magnate George Soros y Facebook.

De Carvalho no tiene intenciones de volver a su país, que abandonó cuando el izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva llegó al poder, en 2003. “Quiero quedarme en el bosque hasta morir, sosegado”. Le alcanza con sentarse frente a un ordenador y lanzar sus sermones. Tiene más de medio millón de seguidores. Ciudadanos de a pie y de la élite.“¿Qué caracteriza el conservadurismo en los lugares donde hay una tradición conservadora? Primero, una economía de libre mercado. En segundo lugar, la moral judeo-cristiana, que acepta grupos minoritarios, pero no acepta que dicten normas para la mayoría. Tercer lugar, ley y orden”, les explica.

Niega los efectos del cambio climático y del SIDA, reivindica el Tea Party norteamericano y rechaza a los medios de prensa propagadores de “leyendas y mitos de la izquierda”. Aborrece de Isaac Newton por haber “diseminado el virus de la ignorancia en la Tierra”. Galileo Galilei es, ante sus ojos, un “charlatán”. Y dice cosas aún peores (“la llamada Inquisición es un invento de los protestantes”), convencido de que “no hay intelectuales de la izquierda” que puedan rebatirlo.

CONSTELACIONES ASTRALES

En los años setenta, su mirada estaba puesta en las constelaciones astrales. Creó la Escuela Júpiter para formar brasileños que supieran interpretar los comportamientos terrenales a través de los cuerpos celestes. Luego fue parte de una comunidad sufí musulmana. Decidió que sus hijos no fueran a la escuela. A los 49 años, Heloisa de Carvalho le sigue reprochando a su padre que aprendió a leer en la adolescencia. Su madre tampoco pudo resistir los rigores e intentó cortarse las muñecas dentro de una bañera.

Coleccionista de rifles de caza, pistolas y revólveres, De Carvalho no esperaba de Bolsonaro otra cosa que favorecer la libre disposición de armas. Pero la verdadera guerra es la de la ideología. “Los marxistas pensaban que destruyendo la propiedad privada se iba a destruir la familia. Pero destruir la propiedad privada no resultó fácil (…) entonces, ¿qué hicieron estos hijos de puta?(...) En lugar de destruir la propiedad privada para destruir la familia, promovieron la destrucción de la familia para, en algún momento, destruir la propiedad privada”.

Antes de la astrología había sido comunista. Abjuró tempranamente y quiso dar pruebas sobradas de su renacimiento espiritual. El mundo del presente empieza a hablar su propio idioma con Donald Trump, Benjamin Netanyahu, Viktor Orbán, Matteo Salvini y, claro, Bolsonaro. En el 2017, sus apologistas rodaron un documental, 'El jardín de las aflicciones', en el que a De Carvalho se le ve asistir a misas, orar antes de las comidas y disparar un arma. Caetano Veloso lo llamó “nuestro sub-Goebbels” y advirtió sobre los peligros que propaga. “Ha catequizado generaciones de jóvenes brasileños a un anticomunismo delirante y resentido”.