Por primera vez en su historia, y al igual que otros 22 estados, Florida aplica este año el sistema de votación anticipada y un alto número de votantes lo está aprovechando para evitar el probable caos del martes, alterando las campañas de ambos partidos. En el poblado condado de Miami-Dade, por ejemplo, el 14% de los votantes registrados --casi un millón y medio-- ya han votado.

Sin embargo, y como parece que no puede ser de otra forma en Florida, no todo está yendo como la seda. Los republicanos han denunciado que algunos de sus votantes han sido acosados al acercarse a las urnas en precintos demócratas, acusaciones que denostan como "ridículas" desde la campaña de John Kerry.

NUEVOS REGISTRADOS Manteniéndose eternamente como estado bisagra, Florida es la joya de la peculiar corona swing con 27 votos electorales, el 10% de los necesarios para llegar a la Casa Blanca. En un estado con 17 millones de habitantes, azotado por cuatro huracanes en verano pero marcado por el crecimiento económico, con gran presencia de población inmigrante y de jubilados y más de un millón de nuevos votantes registrados, cada voto cuenta.

Para los republicanos, una de las claves es incrementar el nivel de participación respecto al 2000 en el sólidamente conservador panhandle , la franja del estado que limita con Georgia y Alabama. La clave en la zona, conocida también como el corredor I-4 --la autopista que cruza en diagonal el centro de la península-- es explotar la bonanza económica. Las esperanzas son menores en el sur, tradicional bastión demócrata, donde los republicanos confían en arrancar parte del voto judío y en consolidar el apoyo de los cristianos conservadores y de los cubanos.

DESCONFIANZA El café Versailles, en la Pequeña Habana en Miami, es el lugar más indicado para tomar el pulso a este grupo, el más amplio de la población hispana con 450.000 votantes registrados. Allí se palpa lo que ya advierten los expertos: el apoyo a Bush es firme, pero no tan monolítico como antes. Para unos, como Joe Quesada, porque "Bush dice todo lo que queremos oír pero luego no hace nada". Para otros, porque el último endurecimiento de las relaciones con la isla limita sus viajes a uno cada tres años e impone restricciones al envío de dinero y paquetes.

Es lógico que asesores de Kerry como Ted Devine confiesen sentirse "muy bien con lo que está pasando en Florida". Su esperanza es ganarse a grupos relevantes emergentes, como los puertorriqueños, y sobre todo a los jóvenes cubanos, que tienen ideas distintas a las de sus padres.

Otros grupos cortejados son los judíos y los jubilados. En un estado donde uno de cada cinco habitantes es mayor de 65 años, Bush se apoya en su política de Seguridad Social, que el año que viene se traducirá en 25 dólares mensuales más en el cheque para los mayores (insuficientes para costear los crecientes costes médicos y farmacéuticos).

Si una comunidad parece tener claro su voto demócrata en Florida es la negra. Es su tradición, pero es también su respuesta al 2000, cuando el rechazo de sus votos triplicó al de los blancos. Lo decía un joven negro en las calles de Miami Beach: "Entonces me sentí traicionado. Ahora me tomaré la venganza".