Igual que se pudrió el montón de dólares que Jean-Bertrand Aristide guardaba en su mansión, los cadáveres se apilaban aún ayer en tanatorios sin refrigeración y toneladas de basura alfombraban las calles de los arrabales de la capital de Haití, donde los chimeres seguían haciendo de las suyas mientras los marines patrullaban por las zonas pudientes. Ante la falta de agua, comida, medicinas, seguridad y estabilidad política, el exalcalde Evans Paul, que se resiste a ser primer ministro porque aspira a la presidencia, denunció que "la situación es intolerable" y clamó por la "ayuda de la comunidad internacional".

PROBLEMAS EN LA DISTRIBUCION La ONU advirtió de que aún reina el caos en gran parte del país y la distribución de la ayuda afronta serias dificultades; sus 30 toneladas de medicinas y purificadores de agua permanecían en el aeropuerto ante la "falta de seguridad en las calles".

Tras la retirada de los rebeldes del antiguo cuartel, Evans Paul exigió que la policía desarme también a los chimeres , que el miércoles provocaron una carnicería en su bastión del barrio pobre de Les Salines, cuyas calles son alcantarillas abiertas y sus aceras, basura. Las fuerzas estadounidenses y francesas no quisieron intervenir en el tiroteo y en el depósito de cadáveres entraron otros 30 cuerpos, para elevar a más de 130 el número de víctimas del conflicto que se inició hace un mes.

EEUU llevaba la batuta, hasta el punto de albergar al presidente interino, Boniface Alexandre, en casa de uno de sus diplomáticos, e imponer al nuevo jefe de la policía. Mientras, la ministra española de Exteriores, Ana Palacio, dijo que España puede contribuir con tropas a la misión multinacional, después de que la Comunidad del Caribe (Caricom) haya frenado el envío de las suyas y exija una investigación sobre la salida de Aristide, que calificó de "peligroso precedente para las democracias".