El presidente acababa de morir y el dolor desbordaba Gaza. Jóvenes militantes de Al Fatah, la organización de Yasir Arafat, colgaron dentro de una mezquita un retrato del fallecido rais . Minutos después, miembros de Hamas arrancaron sin miramientos la fotografía, argumentando que el islam prohíbe la exhibición de imágenes en las mezquitas. Acto seguido, los radicales amenazaron a los jóvenes de Al Fatah con que más les valía no volver a intentarlo.

Los seguidores de Arafat, convencidos de que ese día tenían patente de corso para expresar su dolor, descubrieron cómo los militantes de Hamas les marcaban los límites y les recordaban que en muchos espacios dictan la ley o, a modo de ejemplo, impiden que en Gaza haya cines.

Poder en la calle

Hasta ahora, el poder de Hamas se encuentra en la calle, donde su influencia ha ido in crescendo gracias, por un lado, a los atentados suicidas que comete su brazo armado y, por otro, a la acción asistencial a los más desfavorecidos, siempre acompañada de proselitismo.

Para muchos, Arafat era el único dirigente capaz de mantener controlado a Hamas, por lo que su desaparición parece dejar vía libre a los islamistas. Por lo pronto, el mando del movimiento integrista se ha apresurado a pedir un nuevo reparto del pastel político.

"Se ha acabado la época en la que las decisiones las tomaba una sola persona", insiste Sami Abú Zuhri, portavoz de Hamas. "Debemos entrar en una fase en la que todos los partidos sean consultados", añade y, por si a alguien le quedaban dudas, sentencia: "Cualquier liderazgo que no cuente con Hamás está condenado al fracaso".

Aunque apelan a la unidad de los palestinos, Zuhri no tiene ningún tipo de complejo en menospreciar a los sucesores de Arafat e insiste en que "se trata de un liderazgo temporal". "Nosotros hablaremos en las próximas elecciones", advierte.

Consejo consultivo

Hamas está impaciente por participar en el poder y ha pedido a la OLP la creación del Consejo Nacional Islámico, una institución de carácter consultivo en la que participarían todos los grupos palestinos y que debería ser consultada por la OLP antes de tomar cualquier decisión.

Liderando este nuevo organismo, Hamas y la Yihad Islámica pretenden participar en la toma de decisiones sin necesidad de tener que entrar en la Autoridad Nacional Palestina, pues eso supondría aceptar los acuerdos de Oslo, que rechazan. "En lugar de manifestarnos en la calle contra las decisiones de la OLP, esta institución nos permitiría influir", dice Jaled el Bach, portavoz de la Yihad Islámica, convertida en comparsa de Hamas.

Por ahora, los nuevos líderes palestinos prefieren no salir demasiado en la foto con los de Hamas, que ya han dicho que no van a renunciar a los atentados suicidas. Pero el grupo no ha querido desaparecer del candelero político ni en estos días marcados por la muerte de Arafat. Sus líderes anunciaron que el rais fue envenenado por los israelís. Sin embargo, Hamas prefirió no lucir músculo, con lo que su brazo armado no apareció en las ceremonias. "Estamos en el punto de mira de Israel, así que no vamos a mostrarnos", dijo Zuhri.

Pero la oportunidad política que se le presenta a Hamas ahora llega en el peor momento. El movimiento está descabezado tras un año negro en el que Israel ha asesinado primero a Ismail Abú Shanab, que dirigía el ala menos radical; después al líder y fundador del grupo, Ahmed Yasín, y posteriormente a su sucesor, Abdelaziz Rantisi.

Líder desconocido

Después de esto, Hamas decidió ocultar la identidad de su líder, por temor a que fuera asesinado, aunque se sospecha que el grupo está dirigido por dos de sus destacados militantes, Mohamed Azahar e Ismail Hania.

"El movimiento es muy fuerte en la calle, pero ha quedado huérfano de mando", dice un analista occidental, que destaca: "Es difícil hacer política cuando no se puede ni decir el nombre del líder".

Sin embargo, los palestinos siguen viendo a Hamas como el único movimiento unido, limpio de corrupción y que se ocupa de asistir a los más desfavorecidos. Por eso, las cancillerías occidentales temen que este movimiento, considerado como terrorista por EEUU e Israel, dé la sorpresa en las próximas elecciones. El espectro de Argelia, un país sacudido por la victoria de los islamistas en 1991, planea sobre Palestina y los especialistas se preguntan cómo reaccionaría la comunidad internacional si este movimiento quedara primero o segundo en los comicios.

Algunos relativizan el poder de Hamas. "El apoyo --opina Ahmed, un universitario palestino-- es circunstancial. Si los israelís te matan a un familiar, Hamas te venga. Si tienes hambre, Hamas te alimenta. Pero si la situación mejora, la gente dejará de necesitarles".