Kenosha, en Wisconsin, amaneció el martes con 500 militares de la Guardia Nacional desplegados por la ciudad. Un fiscal del distrito iba anunciar si imputaba al policía blanco que en agosto dejó paralizado tras dispararle siete veces por la espalda a Jacob Blake, un ciudadano negro, y la presencia de los militares había sido solicitada por las autoridades locales al gobernador demócrata en previsión de que volvieran las protestas que sacudieron la ciudad en verano, cuando un adolescente blanco asociado a milicias y ferviente defensor de la policía, Kyle Rittenhouse, mató a dos personas. Pese a que el agente no fue imputado no hubo violencia.

El miércoles por la mañana no había rastro de la Guardia Nacional en Washington, cuando una turba arengada por Donald Trump llegó hasta el Capitolio e inició el asalto violento que ha conmocionado a Estados Unidos. Los militares sí habían sido desplegados en verano en la capital ante protestas de Black Lives Matter, pero el miércoles hicieron falta horas, y la intervención del vicepresidente Mike Pence, para que llegaran a colaborar con la policía del Capitolio y la de DC para acabar con la insurrección violenta.

No es el único contraste que está siendo subrayado y denunciado estos días en EEUU. Un país donde los manifestantes contra la injusticia racial están acostumbrados a una respuesta policial de contundente y a menudo excesiva dureza ha sido testigo de una reacción muy distinta de las fuerzas del orden ante los asaltantes del Capitolio, abrumadoramente blancos y que incluían miembros de grupos supremacistas blancos, neonazis y ultras. Por primera vez se vieron dentro del edificio banderas confederadas (un día después de que fuera elegido el primer senador negro del sureño estado de Georgia). Y no son solo los activistas los que sugieren interpretar lo sucedido en el siempre necesario marco del racismo institucional e institucionalizado en EEUU, encarar de nuevo las realidades del privilegio blanco y denunciar, para cambiar, el doble rasero de las fuerzas del orden.

Biden, Michelle Obama y LeBron

“No pueden decirme que si hubieran sido un grupo de manifestantes de Black Lives Matters no habrían sido tratados diferente que la turba de criminales”, denunció tajante el jueves el presidente electo, Joe Biden, que ha elegido como vicepresidenta a Kamala Harris, la primera mujer negra que llegará por derecho propio a la Casa Blanca. “Todos sabemos que es verdad y es totalmente inaceptable”.

“A los que critican a otros como antipatriotas por simplemente clavar una rodilla en forma de protesta , para los que se preguntan por qué tenemos siquiera que recordar que las vidas negras importan, dejó dolorosamente claro que a algunos estadounidense, de hecho, se les permite degradar la bandera y los símbolos de nuestra nación. ¿Qué tienen que decir ahora?”, escribió en un sentido comunicado en Twitter Michelle Obama, esposa de Barack Obama, el primer mandatario negro de EEUU y contra el que Donald Trump, antes de ser presidente, lanzó la teoría conspiratoria, y marcadamente racista, de que no había nacido en EEUU.

“Vivimos en dos Américas”, ha denunciado también LeBron James, la estrella de la NBA. “Si hubieran asaltado el Capitolio los que son como yo ¿cuál habría sido el resultado? Creo que todos lo sabemos. Sabemos lo que les habría pasado si se hubieran acercado al Capitolio, por no hablar de entrar en los despachos y los pasillos”.

El statu quo

“La brutalidad policial contra los estadounidenses negros y la inacción policial hacia los americanos blancos no es una anomalía sorprendente, es el statu quo”, ha escrito en 'The Atlantic' Kellie Carter Jackson, autora y profesora de estudios de Africana en Wellesley. Y en el 'Los Angeles Time's Delores Jones-Brown, profesora de Howard University, ha asegurado que lo visto en el Capitolio “subraya la sociedad racista que somos y cómo las fuerzas del orden de hecho están más dispuestos a facilitar comportamiento de manifestantes blancos. La falta de preparación dice algo sobre cómo las fuerzas del orden pensaban que debía tratarse a estos individuos en contraste con los que participaron en (manifestaciones de) Black Lives Matter”.