Por una proporción de dos a uno, los latinos de EEUU consideran la guerra de Irak un error. Ese dato, sacado de una encuesta publicada ayer y realizada por The Washington Post , Univisión y el Instituto de Política Tomás Rivera, explica parcialmente la abrumadora ventaja en este heterogéneo grupo del candidato demócrata, John Kerry, frente al presidente George Bush. El primero, según el sondeo, tiene un 59% de apoyo; el segundo, sólo un 30%.

La encuesta es una mala noticia para la campaña republicana, que espera subir hasta cinco puntos el 35% del voto latino que Bush se llevó en el 2000. Sin embargo, no es fatal, ya que es muy difícil simplificar lo que en EEUU se llama "el voto latino", un voto bastante independiente y que ha mostrado que para ser convencido necesita mucho más que unas palabras en español con acento de Tejas o Massachusetts.

ERROR Considerar como un grupo homogéneo a los entre 7 y 8 millones de latinos que se espera acudan a las urnas, de los casi 40 millones registrados en el censo del 2003, es una tentación y un error. Aunque históricamente la mayoría vota demócrata, los expertos advierten de que nada está garantizado.

La apuesta de Bush por el grupo es clara y los periodistas de medios latinos en EEUU constatan que los republicanos los están cuidando más que los demócratas con disposición para entrevistas y mucho material traducido, un esfuerzo puesto en marcha por Sonia Colin, una periodista de Univisión fichada personalmente por Bush. Ese 5% adicional que el presidente busca puede ser la clave de su reelección, como admite el latino más destacado en el campo político, el gobernador demócrata de Nuevo México, Bill Richardson. "No sé si los republicanos conseguirán el 40%, pero, si lo logran, ganarán", constata.

Para entender el voto latino hay que relativizar su impacto en las urnas: un cuarto de los inmigrantes no tienen ciudadanía y un tercio son menores de 18 años. Además, el 75% no vive en estados bisagra. También hay que considerar las diferencias entre estados. En California, Arizona, Nevada y Nuevo México, la política migratoria y los procesos de regularización son la prioridad de los inmigrantes, mientras que en Nueva York o Chicago dan más importancia a la guerra y la seguridad, según el Consejo Nacional de La Raza.

Hay que analizar también las diferencias dentro de cada estado, donde el origen de los inmigrantes y sus tendencias políticas son diversos. Según una encuesta del Pew Hispanic Center, el 52% de la gente de origen cubano (que constituye el 6% de la población inmigrante latinoamericana) se identifica con los republicanos. Ese porcentaje cae hasta el 18% en el caso de los mejicanos y el 17% en el de los puertorriqueños, y estos dos grupos constituyen el 75% de la población latina en EEUU.

Quizá lo principal para entender este grupo sea ser consciente de lo que explica Arturo Vargas, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Latinos Elegidos o Nombrados para Cargos Públicos. "Los latinos se han convertido en votantes bastante sofisticados. Han mostrado su capacidad de cruzar las fronteras entre los partidos", dice. Lo constata Jorge Mursuli, director de Mi Familia Vota, una organización que ha registrado en Florida a 73.000 votantes, el 40% de los cuales se han declarado independientes. "El mensaje para ambos es que estas personas pueden votar por cualquiera y hay que trabajar para ganar ese voto".

Entre los temas que permiten homogeneizar relativamente a este grupo destacan la preocupación por la educación, el empleo, los impuestos y la economía, asuntos claves para un grupo en el que el 33% no tiene seguro médico. También les une su fuerte compromiso religioso (el 90% son cristianos) y, como demuestra el sondeo de ayer, el fuerte rechazo a la guerra de Irak.