Con las armas no se juega. Y menos con aquellas de grueso calibre. Que le pregunten si no a un individuo estadounidense que estuvo a punto de morir tras disparar un revólver de gran calibre con una diana colocada en un árbol.

El individuo, que se protege los tímpanos con unos auriculares, se coloca en posición de disparo, apunta a una diana colocada al pie de un árbol y aprieta el gatillo. Tras unos segundos en que se queda mirando si ha dado en la diana, el hombre arranca a correr al descubrir que la potencia del proyectil disparado ha quebrado la base del árbol,que empieza a caer justo hacia donde él esta.