La Antigua República Yugoslava de Macedonia puede convertirse hoy, tras el referéndum y con ese nombre, en el próximo país candidato a acceder al proceso de integración en la OTAN y en la Unión Europea. Además, la cita también puede apagar un foco de inestabilidad en la región balcánica, donde todavía persisten el conflicto serbokosovar y el caos de Bosnia y Herzegovina.

«¿Apoya la integración en la UE y la OTAN al aceptar el acuerdo entre la República de Macedonia y la República de Grecia?». A esta pregunta deberán responder los ciudadanos en el referéndum consultivo convocado para que la población se pronuncie sobre si acepta que su país pase a llamarse Macedonia del Norte. Si responden que sí, el pacto alcanzado en junio por Atenas y Skopje avanzará hacia su votación en el Parlamento macedonio, para ser, posteriormente, ratificado por ambos países.

Pero si se impone el sector más nacionalista de la población, que rechaza el pacto al afirmar que es un acto de sumisión a los griegos, la disputa con Atenas -que dura desde hace tres décadas y le ha impedido a Skopje el ingreso en la OTAN y en la UE-, puede sufrir nuevas turbulencias.

APOYOS INTERNACIONALES

El secretario de Defensa estadounidense, Jim Mattis, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, la cancillera alemana, Angela Merkel, y el expresidente estadounidense George Bush son algunas de las personsa que en los últimos días han visitado Skopje o han enviado mensajes de apoyo al Gobierno macedonio, de cara al referéndum de este domingo.

«Casi la mitad del Bundestag, el Parlamento alemán, ha venido. El objetivo es claro. Se quiere atar Macedonia a la UE», enfatiza Simonida Kacarska, fundadora del Instituto para las Políticas Europeas de Skopje. «En Londres me han preguntado por qué nosotros queremos entrar en la UE cuando ellos están saliendo. Les he respondido que quienes están dentro se olvidan que el frío afuera es tremendo», dice a este diario el ministro de Exteriores y jefe negociador macedonio, Nikola Dimitrov.

Dimitrov fue uno de los artífices —junto con su homólogo griego, Nikos Kotziás— del acuerdo del pasado 17 de junio, firmado a orillas del lago Prespapor el primer ministro griego, Alexis Tsipras y el socialdemócrata Zoran Zaev, mandatario macedonio desde mayo del año pasado. Pero el asunto se cocinaba desde tiempo atrás.

«Recién elegido, le pedí a Zaev de enviarme a Atenas. Era junio (de 2017). Desde entonces, fue como vivir en las montañas rusas, tuvimos muchos altibajos», cuenta Dimitrov. No era la primera vez que Grecia y Macedonia intentaban sellar un acuerdo. Ya ocurrió en 1995, cuando ambas naciones llegaron a un pacto que Grecia acabó violando en 2008 cuando bloqueó el acceso de Macedonia a la OTAN, hecho por lo que el país fue condenado por el Tribunal Internacional de Justicia en 2011.

«La situación se desbloqueó en enero del 2018 en Davos. Allí Tsipras y Zaev se reunieron por dos horas y se optó por empezar por algunas señales de buena voluntad», añade Dane Talevski, uno de los consejeros en la sombra del mandatario macedonio. «Nosotros le quitamos el nombre Alejandro Magno al aeropuerto y a la autopista E75 (nombrados así por el anterior gobierno nacionalista y que había irritado a Atenas). Ellos nos permitieron entrar, entre otras cosas, en la alianza de los países de la región Adriática-Jónica (EUSAIR)», cuenta.

CAPITAL MULTICULTURAL

La capital macedonia es la gran ciudad multicultural del país, pero en las calles solo se ven carteles del 'sí' —escritos en macedonio, pero también en albanés— y es raro toparse con gente haciendo campaña por el 'no'.

Los sondeos son confusos y lo que temen los analistas es que no se alcance el quórum del 51% que, según algunos, es necesario para que el referéndum sea válido. La exjueza del Tribunal Constitucional, Natasha Gaber Damjanovska, ferviente partidaria del acuerdo, no cree, sin embargo, que esto represente un problema. «Al ser un referendo consultivo, sea cual fuere su resultado, no obliga, a nivel jurídico al Gobierno a dar marcha atrás», dice. «Eso sí, sería recomendable que se obtenga un amplio respaldo de la población, para que el proceso de pacificación sea exitoso a nivel político, a largo plazo», afirma.

Un punto a favor ha sido el acuerdo que Zaev, el primer ministro del país, subscribió con los partidos albaneses, permitiendo, tras una violenta sesión parlamentaria el año pasado, que un exlíder de los guerrilleros panalbaneses del UÇK, Talat Xhaferi, fuera elegido presidente del Parlamento. Un pacto que le ha valido el apoyo casi unánime de esta comunidad, la segunda más importante de Macedonia. Con ello, ahora, la prueba de fuego macedonia está en manos de sus votantes.