De las protestas por el asesinato de George Floyd en Minneapolis que siguen llenando Estados Unidos de reclamación por la justicia racial habrá que retirar uno de los eslóganes que se oían estos días: el que clamaba por procesar a los cuatro policías que participaron en el fatal arresto.

Hasta ahora solo Derek Chauvin, el agente que clavó su rodilla sobre el cuello de Floyd durante casi nueve minutos mientras la víctima decía “no puedo respirar”, había sido arrestado e imputado, con cargos por asesinato en segundo grado y homicidio involuntario. Este miércoles el fiscal general de Minnesota, Keith Ellison, ha anunciado que no solo eleva los cargos contra Chauvin sumando el de asesinato en segundo grado, sino también que imputa como cómplices a los otros tres agentes involucrados en la detención.

J. Alexander Kueng, Tou Thao y Thomas Lane desde el 25 de mayo solo habían enfrentado como castigo el despido. El miércoles pasaron su primera noche en la cárcel. Y ahora encaran un procedimiento donde cada uno enfrenta las mismas penas que por el crimen del que fueron cómplices, que en el caso de asesinato en segundo grado en Minnesota puede ser penado con un máximo de 40 años de prisión, aunque lo habitual suelen ser menos de 15 años.

Paso significativo

La familia ha reaccionado a través de un comunicado y ha dicho que se trata de un “paso significativo en el camino a la justicia”. También han dado las gracias porque se diera un día antes de que se celebre en Minneápolis un memorial este jueves, al que seguirá el sábado un funeral en Houston, donde creció Floyd.

El gobernador del estado, Tim Walz, ha asegurado que queda camino por recorrer. “La muerte de George Floyd es un síntoma de la enfermedad”, ha dicho. “No nos levantaremos un día y tendremos la enfermedad del sistema racista curada para nosotros”. Y la familia también ha pedido que se “encuentren formas constructivas y positivas para mantener el foco y la presión. No abandonen sus reclamaciones de cambio”, han escrito.