El incendio el domingo de un centro comercial del norte de Asunción, considerado el peor desastre en la historia paraguaya, había causado ayer 364 muertos, entre ellos 40 niños, pero la cifra de fallecidos puede aumentar de manera considerable debido al estado crítico de varios de los más de 300 heridos, de los cuales unos 70 se encuentran en cuidados intensivos. El dolor por los muertos se mezcló con la indignación tras saberse que los propietarios cerraron las puertas del centro comercial para que los clientes no escapasen sin pagar.

A 24 horas de la tragedia, los bomberos continuaban trabajando frenéticamente entre los escombros de lo que fue el Ycuá Bolaños. Por la mañana, 27 cuerpos carbonizados fueron recuperados de entre los escombros en lo que había sido el domingo la sección de juguetería. Sólo seis eran adultos, informó el fiscal general Oscar Latorre.

ESCAPE DE GAS Las investigaciones coinciden en que el incendio se desató por un escape de gas en la cocina de la zona de restaurantes. Cuando se escuchó la primera explosión, unas 800 personas se encontraban en el centro comercial y trataron de buscaron la salida de manera desesperada. "!Cierren, cierren!", escucharon de repente, de acuerdo con el testimonio coincidente dado a la policía por unos 20 supervivientes.

La voz que dio la orden fue al parecer de Daniel Paiva, hijo del propietario, Juan Pío Paiva. "El patrón tenía miedo de que se le robe y, por eso, lo hizo", dijo a la prensa paraguaya Sandra Torres, una de las cajeras del Ycuá Bolaños. Los Paiva debieron creer que se trataba de una explosión menor. No advirtieron la magnitud del desastre y tendieron una trampa mortal a sus clientes.

Los propietarios, detenidos bajo la acusación de homicidio, se seguían defendiendo ayer. "En absoluto me considero culpable de esto", insistió el dueño del centro comercial. El Ycuá Bolaños, que ocupaba casi una manzana y era un lugar de paso casi obligado para la clase media capitalina los fines de semana, carecía de las salidas de emergencia apropiadas y de bocas expendedoras de agua para las mangueras.

Las miradas apuntan ahora a las autoridades municipales que, en su momento, dieron los permisos al centro pasando por alto semejantes deficiencias. En Asunción, nadie se sorprende: Paraguay es el país con los indicadores de corrupción y sobornos de la región más elevados.