Blair y Bush se ven ahora acorralados por la evidente falsedad que utilizaron para empujarnos a la guerra en Irak. Esa sarta de mentiras sobre armas de destrucción masiva y vínculos con Al Qaeda se ha vuelto por fin en su contra, cuando han de mirar a la cara a los electores y confesar que los miles de civiles muertos --y la terrible sangría de víctimas de la posguerra-- sólo son para ellos daños colaterales de una agenda geoestratégica inconfesable. Human Rights Watch ha tenido que advertirles de que encubrir su agresión hablando de "intervención humanitaria" equivale a "ensuciar ese término".

*Periodista.