El tránsito de la ponderación al desprecio suele ser veloz en Argentina. El presidente Mauricio Macri lo sabe ahora que sus aspiraciones de ser reelegido se hicieron añicos. El magnate que dijo haberse involucrado en la gestión pública para reducir a cero el índice de pobreza convirtió a este país en una fábrica de pobres mientras miles de empresas quebraron. La hondura del malestar social se expresó en las primarias del 11 de agosto: el peronista Alberto Fernández le sacó a Macri cuatro millones de votos de ventaja y ya nadie duda de que gobernará a partir del 10 de diciembre.

Todavía no se han llevado a cabo las elecciones, previstas para el 27 de octubre, y Fernández es tratado como si los comicios se hubieran consumado a su favor. El contendiente es descrito con los contornos de una sombra derrotada de lo que fue o quiso ser. En 2017, un mordaz comentarista televisivo llamaba a Macri "el ángel exterminador" y no por película de Luis Buñuel. Asís veía al presidente como el dueño de una fuerza arrolladora que gobernaría hasta 2023.

Dos años más tarde, otra vez el cine presta un apodo. En círculos económicos y políticos han bautizado a Macri con el nombre de 'Fredo', en alusión al hijo sin carácter de Don Corleone, aquel personaje creado por Mario Puzo para 'El Padrino' que alcanzó universalidad en los filmes de Francis Fod Coppola.

FAMILIA ACOMODADA

Mauricio fue por mucho tiempo la descendencia problemática de Franco Macri, una de las grandes fortunas argentinas acumuladas a través de negocios con el Estado. En 'El Pibe', la biografía del presidente escrita por Gabriela Cerrutti, Macri padre, un romano que llegó a Buenos Aires en la posguerra y forjó un imperio de lazos con el joven Donald Trump y la Cosa Nostra italiana, tampoco confiaba en las aptitudes del vástago mayor.

El declive de Mauricio, como le decían a secas en los días victoriosos, es constante y sonante. "Se suponía que iba a salvar a la Argentina y ahora no puede pagar las cuentas", señaló Kenneth Rapoza en la revista 'Forbes'. Desde su asunción, a fines de 2015, Argentina emitió deuda por casi 188.000 millones de dólares. Es el primer Gobierno en la historia de este país que contrae un pasivo tan grande en tiempo récord y a la vez se declara incapaz de cumplir sus compromisos.

Todo se ha revertido. Buena parte de los créditos sirvieron para financiar una fuga de capitales de 60.000 millones de dólares. Macri terminará su mandato con un ajuste económico devastador, 40% de pobres y con el Congreso a punto de declarar la "emergencia alimentaria". Su compañero de fórmula electoral, el peronista Miguel Pichetto, todavía cree que los movimientos sociales y la oposición exageran en su diagnóstico. "No hay una hambruna como la de un país africano", dijo y comparó la ayuda del Estado a los que menos tienen con "la de los países nórdicos".

La campaña electoral se ha reactivado y el 10 de diciembre, día del cambio de mando, parece demasiado lejos en el calendario de un país donde todo ocurre velozmente y al compás de la subida de los precios. La inflación orillará el 60% anual, la segunda más elevada de la región, después de Venezuela. Pero en las zonas más vulnerables de la periferia bonaerense, y solo durante el último mes, los valores de lácteos y los huevos se incrementaron un 85,7%, las carnes y derivados, un 56,7%, el y pan los y cereales 54,5%.

La sensación de ciclo cumplido empieza a sentirse hasta en los mismos tribunales donde Cristina Kirchner acumula 11 causas por presunta corrupción y varios exfuncionarios kirchneristas están detrás de las rejas sin sentencia y con acusaciones similares.

Una jueza quiere investigar los intentos realizados desde el Gobierno de condonación de la deuda de 800 millones de dólares que tiene el grupo empresarial Macri con el Estado. Otro juez exigió al Gobierno documentación clave para comprobar legalidad del acuerdo con el FMI. Un fiscal imputó al ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, por la ampliación irregular de los contratos de concesión de rutas nacionales, beneficiando también a la familia del mandatario.

Fernández es ahora el centro de las atenciones. En las redes sociales y Youtube la canción de un grupo ignoto, Sudor Marika, se convirtió en éxito arrollador porque capta el sentimiento cambiante de los argentinos al compás de la crisis. "No le creas (a Macri)/ lo que dicen es un cuento/ yo sé bien que a mi abuela/ le faltan medicamentos". La cumbia viene con su exigencia electoral incluida. "La alegría es del pueblo / y va a volver/. Por eso en octubre / ya sabés lo que hay que hacer".