"Si de verdad existe el infierno, debe de ser algo parecido a lo que hemos vivido", dice Marina, una estudiante moscovita de 22 años. Cuando estalló el segundo vagón del metro, Marina estaba leyendo una novela policíaca en el cuarto.

"Me faltaban dos estaciones, pero la mayoría de los viajeros se preparaba para bajar en Paveletskaya la estación a la que se dirigía el tren. Oí una explosión potente que rompió los cristales, el tren se paró en unos segundos y todo se llenó de humo y olor a plástico y a carne quemados", cuenta Marina, quien resultó herida leve.

Un escudo protector

Los que se encontraban más cerca del epicentro de la explosión vivieron momentos muy dramáticos. "El cuerpo de una joven rompió el cristal y entró en nuestro vagón el primero. Intentaba no mirar hacia lo que quedaba del segundo. Creo que no hubo supervivientes", dice Vadim, de 19 años.

Según los testigos, paradójicamente, el hecho de que la explosión fuera en la hora punta disminuyó el número de víctimas. "Los cuerpos de los que estaban en el segundo vagón absorbieron la onda expansiva. Ellos nos salvaron la vida", opina Alexandr, de 37 años.

"Las puertas estuvieron bloqueadas unos cinco minutos. Para hacer una máscara antigás, me quité el gorro y oriné para mojarlo como nos enseñaban en simulacros de protección civil", explica, mientras le atienden los médicos en una ambulancia cerca de la boca del metro de la estación Avtozovodskaya.

Según el maquinista del tren, Vladimir Gorelov, las puertas se mantuvieron cerradas durante varios minutos para evitar el riesgo de quedar electrocutados en el curso de la evacuación. "Cuando oí el estallido, di un frenazo. Pedí al controlador que desconectara la corriente eléctrica de la vía y, luego, desbloqueé las puertas", tartamudea Gorelov.

Algunos intentaron forzar las puertas, otros se sentaron en el suelo para protegerse del humo asfixiante. Por los altavoces sonó la orden del maquinista de volver a la última estación .

"No hubo pánico. Los hombres nos ayudaron a bajar a las mujeres. Entre nosotros estaba una mujer embarazada y la acompañaron hasta la estación. Cerca del tren todo estaba cubierto de trozos de cuerpos humanos y del vagón destruido. Caminamos una media hora antes de salir del andén", relata Tatiana, de 28 años, secretaria de una compañía moscovita, que estaba en el quinto vagón.

Los equipos de rescate, según algunos testigos, llegaron al lugar de la explosión cuando los primeros supervivientes ya estaban saliendo del andén. En la superficie, a los heridos les esperaban decenas de ambulancias y helicópteros del Ministerio de Situaciones de Emergencia. Gran parte de los accidentados fueron ingresados en el Hospital número 13 de Moscú, el mismo que atendió a las víctimas de la toma del Teatro Dubrovka por un comando de terroristas chechenos en octubre del 2002.