Los argumentos invocados por el presidente de EEUU, George Bush, para justificar la invasión de Irak se desploman uno tras otro. Ahora le ha tocado el turno a la supuesta amenaza que el Ejército de Sadam Husein suponía para la estabilidad de Oriente Próximo y para EEUU, un peligro que era muy pequeño, según el informe hecho público el viernes por el Comité de Inteligencia del Senado, sobre los datos de espionaje previos a la última guerra contra Irak.

El informe, de 500 páginas, basa sus conclusiones en 400 análisis de los servicios de espionaje efectuados durante la década anterior al ataque de Bush a Irak, en marzo del 2003. El documento sostiene que la formidable máquina militar con la que Sadam invadió Kuwait en 1990 había entrado en declive a consecuencia de las sanciones impuestas a Irak, tras su derrota en 1991.

CAPACIDAD LIMITADA "Estas evaluaciones demostraron que las capacidades militares iraquís se habían degradado de forma constante, tras la derrota en la primera guerra del Golfo", sostiene el informe. Además añade que "los analistas también creían que esas capacidades seguirían erosionándose mientras las sanciones continuasen en vigor".

Precisamente éste fue el argumento en el que se apoyaron los países que se opusieron al ataque contra Sadam, defendiendo que su deteriorado Ejército no planteaba una amenaza inmediata para EEUU, según recalcó ayer The New York Times . Por ello defendieron que bastaba con el mantenimiento de la polí- tica de contención aplicada en Irak, con dos zonas de exclusión aérea al norte y sur del país, que patrullaban EEUU y Gran Bretaña.

Según el informe, el principal riesgo que Sadam planteaba era la imposibilidad de predecir cuáles eran sus planes militares, o qué haría si llegaba a sentirse amenazado por un inminente ataque estadounidense, dada su agresividad, un riesgo que en opinión de los senadores era débil. No obstante, el presidente Bush, sin sentirse aludido por el informe senatorial, siguió insistiendo el viernes en que Sadam "era un hombre peligroso y el mundo está mejor sin él en el poder".

Por otro lado, el ultimátum dado por los terroristas al Gobierno de Manila para que retirara los 51 soldados desplegados en Irak acabó ayer a las ocho de la tarde (hora española). Era la condición imprescindible para no decapitar a Angelo de la Cruz, un conductor filipino que fue secuestrado el jueves. Hasta el cierre de esta edición, los radicales no habían emitido ningún comunicado que hiciera temer lo peor.