La pregunta es simple. ¿Cómo se puede trabajar en Irak si los mismos convoys militares estadounidenses son atacados y los empleados de seguridad privados --armados hasta los dientes y con experiencia militar--, son asesinados o secuestrados? EEUU ha perdido el control de la seguridad en Irak y la consecuencia principal es el temor de los extranjeros a convertirse en rehenes o incluso a morir en las carreteras iraquís. De hecho, el ministro italiano de Exteriores, Franco Frattini, confirmó ayer a última hora la ejecución de uno de los cuatro rehenes italianos secuestrados en Irak, que identificó como Fabrizio Quattrocchi, un empleado de seguridad de 36 años de la compañía estadounidense DTS Security. Los secuestradores enviaron un vídeo con la ejecución a la cadena de televisión por satélite qatarí Al Yazira, que decidió no emitirlo por respeto a las familias de los cuatro afectados.

DESBANDADA GENERAL Ante esta situación, la desbandada de extranjeros ya ha empezado y EEUU corre el serio riesgo de quedarse solo en Irak. Los primeros en irse van a ser los rusos. Tres vuelos especiales hoy, y cuatro mañana, devolverán a Rusia a 553 trabajadores de esa nacionalidad y otros 263 de varias repúblicas de la antigua URSS que trabajan en empresas rusas en Irak (816 en total), según anunció ayer el Ministerio ruso para las Situaciones de Emergencia. Las compañías rusas presentes son imprescindibles en el sector de la electricidad. "La corriente eléctrica depende principalmente de los rusos, ya que los equipos fueron construidos en la antigua URSS", se lamentó Bassim Anton, un portavoz de la Federación Iraquí de Industrias.

No es éste el único puente aéreo de rescate previsto. Ayer, los periodistas italianos recibieron el ofrecimiento del Gobierno de Silvio Berlusconi de que un avión los sacará de Bagdad cuando sea necesario. La compañía aérea jordana ha duplicado sus vuelos a Ammán y su oficina en Bagdad es un desfile de extranjeros que quieren reservar vuelos, la única forma de dejar el país.

Las ONG Médicos del Mundo y Handicap International, que mantenían equipos de extranjeros e iraquís, han evacuado al personal internacional y han mandado a sus casas a los empleados locales. En este panorama, ayer el periodista francés Alexandre Jordanov fue liberado por sus captores. Su nacionalidad fue esencial para que los secuestradores lo liberaran. Otros dos japoneses fueron secuestrados por desconocidos.

Los periodistas extranjeros han decidido limitar sus movimientos a Bagdad y, en algunos casos, se han recluido en sus hoteles y oficinas. La cobertura informativa de la situación en Faluya y Nayaf la proporcionan reporteros integrados en las tropas estadounidenses y periodistas iraquís que trabajan para las grandes agencias internacionales o para los canales árabes de televisión.

Los militares no estadounidenses se han acantonado en sus bases y algunos países estudian su retirada. Estos contingentes se encuentran con el problema de que su misión prevista no era luchar contra una rebelión, sino mantener la seguridad en las calles, por lo que en muchos casos carecen del material necesario para guerrilla urbana.

La primera víctima de esta situación es la reconstrucción de Irak, un trabajo que, por otra parte, tampoco estaba siendo muy floreciente. Fuentes de las fuerzas ocupantes expresaron ya ayer su temor de que en estas condiciones las empresas no van a querer trabajar en Irak.

La otra víctima, a juicio de muchos analistas, puede ser la transición política. En un arrebato de optimismo que contrasta con la prudencia del secretario general de la ONU, Kofi Annan, ayer el enviado especial de las Naciones Unidas a Irak, Lajdar Brahimi, declaró que confía en que pueda constituirse un Gobierno interino a principios de mayo, como estaba previsto. A pesar de estas declaraciones, la ONU no enviará por el momento una misión a Irak.