El Gobierno conservador francés de Jean-Pierre Raffarin ha puesto en pie de guerra al mundo de la cultura por su política ultraliberal que, en nombre de la descentralización, tiende a reducir el servicio público en favor de la iniciativa privada, incluso en el ámbito de las artes. El ministro de la Cultura y de la Comunicación, Jean-Jacques Aillagon, que fue nombrado para intentar reconciliar los intelectuales con la derecha, ha logrado todo lo contrario.

Más de 15.000 intelectuales han firmado ya el manifiesto que publicó hace una semana la revista Los inrockuptibles, en el que se acusa al Gobierno Raffarin de haber declarado "la guerra a la inteligencia". Profesores, magistrados, científicos, abogados, artistas, escritores, arquitectos y músicos se han unido en la protesta contra el "desinterés del Estado por el espacio cultural y científico" francés, la "regresión de las libertades públicas" en nombre de la lucha contra el crimen, las presiones del Ejecutivo sobre el poder judicial y el ultraliberalismo.

En declaraciones a Le Monde, el ministro Aillagon mencionaba el "malentendido" y retiraba su voluntad de "modificar las relaciones entre el Estado y el mundo de la cultura", convencido de que "para hacer hay que deshacer".