Los hijos de Said al Danaf gestionan, tras la muerte de su padre, una de las grandes fortunas de Gaza. El negocio consiste en la importación desde Australia de vacas y ovejas hasta un lugar como Gaza, donde nada entra sin la autorización del Ejército israelí. Sin embargo, la frontera no suele perturbar a los Danaf. Tal vez porque el patriarca tuvo el buen ojo de convertir al exministro Mohammed Dahlán en su socio. Los Danaf aportan la empresa. Dahlán, su agenda con las fuerzas de seguridad israelís.

En su despacho de Gaza, Ahmed Helles, secretario general de Al Fatah en Gaza, amaga sin lanzar la piedra durante casi una hora. "En esta crisis no hay buenos ni malos. No todos los que dicen luchar contra la corrupción son honrados. Y lo más irónico es que el más corrupto ha tomado la bandera anticorrupción". Pero, finalmente, habla claro: "Tras las manifestaciones y secuestros está la Seguridad Preventiva y los intereses de su jefe". Su jefe es Dahlán.

La vieja y la nueva guardia

La crisis de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en Gaza no es una rebelión popular contra Yasir Arafat o los tunecinos , la corrupta vieja guardia del rais del exilio en Túnez. Es un pulso entre Dahlán --apoyado, política y económicamente, por EEUU, la UE e Israel-- y Arafat. Dahlán --cuya oficina no atiende a periodistas estos días-- lo ha admitido ante determinadas audiencias. A este diario le consta que Dahlán intentó, con dinero, extender la rebelión a Cisjordania.

El puzzle tiene varias piezas. Una de ellas es la Vía Correcta, la nueva guardia de Al Fatah que se ha cansado de 10 años de inoperancia y corrupción de la ANP y del régimen tribal de Arafat, basado en el dinero para lograr la fidelidad. Se trata en su mayoría de militantes de base que acusan a los tunecinos --los Mahmud Abás, los Ahmed Qurei, los Musa Arafat-- de dar alas a Hamas con una parálisis que no sólo es culpa de la ocupación.

"Arafat es nuestro héroe, pero no Dios", dice Alí Shahin, diputado del Consejo Legislativo, miembro del Consejo Revolucionario de Al Fatah y un veterano político que apoya a la nueva guardia. Sus exigencias son regeneración, elecciones en Al Fatah --unos comicios locales en Gaza que iban ganando los reformistas fueron suspendidos-- y, más que acusar al rais , señala a su círculo próximo. Vinculadas a esta corriente, están algunas facciones de las Brigadas de Mártires de Al Aqsa, que controlan la calle. Sin embargo, en Gaza, las milicias poderosas son las de Hamas, no las de Al Fatah. De ahí que, sin una dirección política fuerte, difícilmente las Brigadas se embarquen en una rebelión contra Arafat. "Que alguien emita un comunicado en nombre de las Brigadas no significa que las Brigadas se hayan pronunciado", dice Helles.

Las fuerzas de seguridad

La segunda pieza son las fuerzas de seguridad. Dahlán controla --a través de cargos como Yusef Isa (jefe de la policía naval), Rashid Abú Shabak (Seguridad Preventiva) y Amín al Hindi (Servicios de Inteligencia)-- el 70%. Se le escapan cuerpos como la policía --en manos hasta el inicio de esta crisis de Gazi Yabali--, la Inteligencia Militar (Musa Arafat) y la Seguridad General (Abdelraziq Majaide). Controlar las fuerzas de seguridad es tener el dinero y el músculo para jugar en política y, así, lograr más poder y más dinero.

Hace unos meses, Yabali acusó a Dahlán públicamente de ser "el ladrón del cemento". Poco después, unos encapuchados asaltaron sus oficinas. El pasado viernes, Yabali fue secuestrado y Arafat lo destituyó al día siguiente. La corrupción y los delitos sexuales y de torturas de Yabali o de Musa Arafat --"es el último de los 10 millones de palestinos que debería tener un cargo", dice Shahin-- ponen las cosas fáciles a quien se les oponga.

Buenas relaciones

Arafat renombra a su primo y a Majaide para demostrar quién manda. Pero Dahlán es el hombre fuerte de Gaza. Si hace nueve meses, con el Gobierno de Mahmud Abás, las Brigadas le llamaban "colaboracionista", ahora ha tomado la causa de la nueva guardia, pese a que actúa igual que los tunecinos . Gracias a sus relaciones con los servicios de seguridad israelís, Dahlán controla pingües negocios como el del cemento, la gasolina, el tabaco o las tasas de comercio.

No sólo eso: Israel, EEUU y la UE considerarían gustosamente a Dahlán como un socio para negociar lo que sea, en parte por su enfrentamiento frontal con Hamas.

Hay muchos en Gaza y Cisjordania convencidos de que Dahlán no está solo en su desafío, sino que se trata de una maniobra internacional para forzar una rebelión interna contra el rais . Llama la atención que Ahmed Qurei haya dimitido como primer ministro ahora y no en otros brotes de anarquía. Egipto y hasta la ONU han dejado caer a Arafat. Pero eso no significa que el rais no tenga poder. "Tal vez Dahlán tenga esperanzas, y puede que haya gente que las alimente y se las crea. Pero la realidad le dirá en sus morros: No", dice Helles.