El tribunal de Teherán encargado de juzgar el asesinato de la periodista canadiense de origen iraní Zahra Kazemi puso ayer fin de forma repentina al proceso, que empezó el sábado y en el que se acusa a un miembro de los servicios secretos. La rapidez del proceso ha causado indignación, después de que se prohibiera la entrada en la sala a diplomáticos occidentales y periodistas. Canadá llamó a su embajador en Teherán; y la premio Nobel de la paz, Shirin Ebadi, una de los abogados de la familia de la víctima, amenazó con llevar el caso ante un tribunal internacional.

Ahora se espera que el tribunal dicte sentencia en el plazo de una semana. Según los testigos, los agentes de seguridad del Tribunal Penal de Teherán impidieron, sin previo aviso, el acceso a la sala a varios diplomáticos y periodistas, tras garantizarles el sábado la entrada.

Kazemi, de 54 años, fue detenida en junio del 2003 cuando fotografiaba, en una zona no autorizada, a las familias de varios detenidos que se manifestaban delante de la cárcel de Evin, al norte de Teherán. La reportera irano-canadiense murió el 10 de julio siguiente a causa de una hemorragia cerebral provocada por los golpes recibidos en la cabeza, según dijo una comisión investigadora.