Irlanda del Norte se encuentra desde hace un año sumida en una crisis política que enfrenta a los dos principales partidos del país, el Partido Democrático Unionista (DUP) y los nacionalistas del Sinn Féin. Ambas formaciones se ven incapaces de llegar a un acuerdo para reeditar un Gobierno de coalición desde enero del 2017.

El DUP y el Sinn Féin están obligados a gobernar juntos en virtud del principio del poder compartido entre unionistas y nacionalistas consagrado en los acuerdos de paz de Viernes Santo de 1998. Pero desde la dimisión del viceprimer ministro Martin McGuinness (Sinn Féin) el 9 de enero del 2017 el acuerdo ha sido imposible y ambas partas se acusan mutuamente del bloqueo. McGuinness murió posteriormente el 21 de marzo del 2017.

Las dos formaciones, en el poder como socios de Gobierno desde el 2007, han reanudado los discursos identitarios que habían sido suavizados tras la firma del acuerdo y que el 'brexit' ahora ha contribuido a reforzar. Esto es así porque los dos partidos "han sido incapaces de formular una política común" sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), según subraya John Coakley, profesor de Historia de la Universidad Queen's de Belfast.

EL REFERÉNDUM DEL 'BREXIT'

Ante el referéndum del 'brexit', el DUP hizo campaña a favor de salir de la UE, mientras que el Sinn Féin defendía la permanencia dentro del club de Bruselas. En el referéndum, el 56% de los norirlandeses votaron a favor de quedarse en la UE y, por tanto, rechazaron el 'brexit'.

Sin embargo, el DUP se ha visto reforzado posteriormente por el hecho de servir de palanca de apoyo del Gobierno conservador de Theresa May en el Parlamento de Westminster. Esta situación se produjo porque los 'tories' no lograron una mayoría suficiente en las elecciones legislativas británicas del pasado junio y necesitaron establecer una alianza parlamentaria. Los unionistas del DUP se oponen con firmeza a la idea de un estatuto especial para Irlanda del Norte con el fin de evitar una frontera física con Irlanda después del 'brexit', lo que retardó la conclusión de un acuerdo en la primera fase de las negociaciones.

Esta influencia desmesurada de los unionistas irrita profundamente al Sinn Féin que, según el profesor Coakley, se enfrenta a un dilema: establecer un Gobierno reformado con el DUP y dar mucho más poder a los unionistas o no ceder y "decepcionar a los electores".

FRUSTRACIÓN

Los norirlandeses están frustrados ante la ausencia de poder político en la Asamblea de Stormont (el Parlamento de Irlanda del Norte) a pesar de que se celebraron elecciones el pasado marzo que arrojaron un empate virtual (el DUP obtuvo 28 escaños y el Sinn Féin 27). El bloqueo puede acabar conduciendo a la reimplantación temporal del gobierno directo desde Londres. Esta situación ya se produjo entre el 2002 y el 2007 a causa de una anterior crisis institucional.

En su mensaje de Año Nuevo, Arlene Foster, líder del DUP y que fue primera ministra norirlandesa hasta la caída del Gobierno el 9 de enero del 2017, casi defendió que Irlanda del Norte vuelva a ser gobernada desde Londres. Foster afirmó que la gobernanza directa desde la capital británica "no sería una solución tan buena pero al menos permitiría que hubiera un Gobierno". Los nacionalistas preconizan que Irlanda del Norte sea gobernada conjuntamente y de forma temporal por Londres y Dublín si las negociaciones no avanzan.

ANTAGONISMO TRADICIONAL

La negociación para formar Gobierno en Irlanda del Norte tropieza desde hace meses con varias reivindicaciones del Sinn Féin, que reclama la legalización del matrimonio homosexual y una ley que reconozca la lengua irlandesa (el gaélico). Para Foster, ambas cuestiones constituyen una "línea roja". El profesor Coakley subraya que estas cuestiones reflejan el "antagonismo tradicional" entre los dos partidos, uno (el DUP) partidario de la unidad con Gran Bretaña y el otro (el Sinn Féin) defensor de la reunificación de Irlanda.

La opinión pública muestra ya signos de cansancio y en las redes sociales abundan los comentarios que denuncian el 'impasse' y la necesidad urgente de adoptar decisiones, sobre todo en materia de salud o educación. "Los dos partidos provocan irritación y tienen mucho a perder, tanto el uno como el otro", señala el historiador. Coakley considera que una solución debería ser posible en vista de las numerosas tensiones que han sido remontadas en el pasado.

Las negociaciones deberían retomarse durante este mes de enero pero la dimisión, el lunes, del ministro británico para Irlanda del Norte, James Brokenshire, reemplazado por la exministra de Cultura, Karen Bradley, podría retardar aún más el retorno a las conversaciones dado que el representante de Londres actúa de mediador entre los dos campos.