Una sacudida sísmica ha colocado a Irlanda en el siglo XXI. El país de raíces profundamente católicas votó con una contundencia que nadie esperaba en favor de la liberalización del aborto. El referéndum celebrado el jueves ha mostrado hasta qué punto los irlandeses soportaban mal una de las leyes más restrictivas del mundo sobre la interrupción del embarazo, redactada bajo el dictado del Vaticano. En las urnas, militantes convencidos y muchos votantes silenciosos, que habían ocultado sus preferencias, apoyaron la reforma del aborto con un 66,4% para el sí, 33,6% para el no. La participación fue del 64,8%, un 2% más que en el referéndum entre personas del mismo sexo celebrado hace tres años. La mayoría de los ciudadanos habían tomado hace tiempo la decisión de acabar con la enmienda que impedía abortar a las irlandesas. Un 75% de los votantes afirma que no ha cambiado de opinión durante los últimos cinco años.

La victoria del sí fue tan arrolladora que se hizo evidente su indiscutible triunfo desde el cierre mismo de los colegios electorales, cuando se publicaron los primeros sondeos a pie de urna. Ayer, mucho antes de que acabara el recuento oficial, los partidarios del no ya habían aceptado la derrota. «Un día desastroso», según Cora Sherlock, portavoz de la «campaña Pro Vida». «Un día monumental para las mujeres en Irlanda. El momento en que las mujeres ocupan su lugar en la sociedad irlandesa», de acuerdo con Orla O’Connor, del grupo en favor de la reforma Togheher for Yes (Juntos por el sí).

GRAN EJERCICIO DEMOCRÁTICO

Tampoco esperó al resultado oficial el primer ministro, Leo Varadkar, quien hacia el mediodía saludó lo que calificó de «revolución tranquila». «Creo que lo que estamos viendo hoy es una combinación de una revolución tranquila, que se ha ido produciendo en Irlanda durante los últimos 10 o 20 años», afirmó. «Ha sido un gran ejercicio democrático. La gente ha hablado y la gente ha dicho que quiere una constitución moderna, un país moderno, que confían en las mujeres y las respetan, para que tomen las decisiones adecuadas sobre su propia salud». Varadker, el primer jefe de Gobierno irlandés abiertamente gay, ha participado muy activamente en la campaña y fue recibido con grandes aplausos en el patio del castillo de Dublín. La llegada del doctor Peter Boylan, jefe del Instituto de Tocólogos y Ginecólogos, otro de los héroes en favor del aborto libre, mereció una sonora ovación.

LOS MÉDICOS

Por primera vez la reforma ha contado con el voto mayoritario de los profesionales de la medicina. «Es increíble. Durante años y años hemos tratado de cuidar a las mujeres sin poder hacerlo y esto lo cambia todo», declaraba la tocóloga y activista Mary Higgins. Para Ivana Vacik, otra de las destacadas militantes en favor de la liberalización, «lo que ha cambiado la opinión de la gente es el haber sido conscientes durante muchos años del inmenso daño que estaba causando la enmienda octava». En el campo contrario, el grupo antiaborto Salvad la octava enmienda, reconoció la derrota en un comunicado en el que lamentaba «la tragedia de proporciones históricas» cometida por los votantes. Su portavoz, John MCGuirk, hizo, sin embargo, un llamamiento al respeto «de los que se hallan ahora entre la mayoría».

La reforma obtuvo el respaldo masivo de los jóvenes. Las autoridades habían recibido más de 100.000 nuevas inscripciones en el censo electoral los meses previos al plebiscito. Pero fue la sociedad irlandesa en pleno la que voto por el cambio, de acuerdo con los datos barajados por la radiotelevisión irlandesa, RTE. Lo hicieron el 70% de las mujeres y el 65% de los hombres de todas las edades y, contrariamente a lo esperado, la brecha entre las ciudades y las zonas rurales no fue tan grande como se preveía. Si en las primeras el apoyo estuvo en torno al 70%, en el campo superó el 60%.

A partir de ahora el Gobierno debe preparar las nuevas leyes sobre el aborto. La propuesta considera el autorizar la interrupción del embarazo en todos los casos, durante las 12 primeras semanas de embarazo y hasta las 24 semanas por razones de salud. Varadkar ha prometido que la nueva legislación estará lista «antes de este fin de año».