Largas filas de votantes se formaron ayer desde primera hora de la mañana en las docenas de colegios electorales repartidos por los cinco barrios de la ciudad de Nueva York, bajo un hermoso sol otoñal y temperaturas muy suaves para la estación. "Aquí todo el mundo se lo toma muy en serio", dijo a este diario Deborah Pelizzi, que depositó su voto a media mañana en la sinagoga de Sutton Place, en la céntrica calle 51 de Manhattan.

Actitud positiva

Ante las cámaras de dos equipos de televisión japoneses y otros periodistas extranjeros, los votantes que acudieron a esta mesa electoral esperaron pacientemente para ejercer su derecho. "La actitud de todo el mundo es muy positiva", comentó Pelizzi después de depositar su voto dentro del amplio margen de que disponían ayer los neoyorquinos, de 6 de la mañana a 9 de la noche.

"Como usted puede ver, todo va muy ordenadamente, sin interrupciones", destacó Chris Ordal, otro votante que acudió a la misma mesa electoral instalada en la sinagoga judía. Este profesional de mediana edad dijo que "esperaría lo que hiciera falta" para votar. "De hecho, esperaba más gente", señaló ufano. Ordal no ocultó sus deseos de que triunfe John Kerry. La isla de Manhattan y Nueva York entero, ya se sabe, apuesta sin fisuras por el candidato demócrata.

"Las colas están batiendo verdaderos récords por toda la ciudad, y yo personalmente nunca las he vista tan largas", explicó por su lado John Ravitz, director ejecutivo de la Junta Electoral de Nueva York, que puso ayer en marcha un ambicioso programa de asistencia para clarificar cualquier duda de los votantes que se acercaron a las urnas.

Lo primero era firmar en el listado alfabético de votantes inscritos, para después acceder a la máquina. El votante tiró de una gran manivela roja hacia la derecha y después giró a la izquierda la palanca del candidato elegido, con lo que apareció una X al lado de su nombre. Luego, tiró de la manivela roja hacia la izquierda. Con ello su voto quedó depositado.