La tensión aumenta en Oriente Próximo. Israel ha acusado a Irán de llevar a cabo un acto deliberado de "ecoterrorismo" al derramar toneladas de petróleo en el Mediterráneo oriental hace un mes. El crudo llegó a las costas israelís, causando el peor desastre ambiental jamás visto en su costa mediterránea. Un petrolero de propiedad libia es el sospechoso de verter el chapapote mientras se dirigía supuestamente de Irán a Siria para pasar toneladas de combustible de contrabando.

El pasado 17 de febrero la costa israelí y parte de la costa sur libanesa amanecieron negras. Más del 90% de los 195 kilómetros de la orilla mediterránea de Israel estaban cubiertos por un millar de toneladas de alquitrán, resultado del misterioso desprendimiento de petróleo en aguas internacionales. Ahora vemos que Irán no solo está aterrorizando a Israel con intentos de obtener armas nucleares y atrincherarse en nuestra región, sino también dañando el medio ambiente, ha denunciado la ministra israelí de Protección Ambiental, Gila Gamliel.

Parece que la contienda entre los dos países enemigos se libra en el mar. La semana pasada el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, culpó a Teherán de una explosión a bordo de un barco de propiedad israelí en el Golfo de Omán. Irán rechazó la acusación. En esta ocasión, aún no ha respondido. "No solo están lastimando a Israel", ha lamentado Gamliel, "la naturaleza y los animales no pertenecen a una sola nación; esta es una batalla que cruza fronteras".

Barco Esmeralda

Un petrolero llamado Esmeralda sería el causante de la tinta negra en la arena. Tras una investigación de dos semanas, el Ministerio de Protección Ambiental ha identificado al petrolero propiedad de una empresa libia y que navegaba desde Irán a Siria. Al partir del país persa, apagó su sistema de identificación automática (SIA) que transmite su ubicación a otros barcos en el área. Lo encendió al atravesar el Canal de Suez y lo apagó al acercarse a 70 kilómetros de las costas de Israel.

Durante un día completo el 1 o 2 de febrero, desprendió el crudo que llegó dos semanas después a las costas mediterráneas. Encendió su transmisor en Siria donde estuvo un par de días y luego volvió a Irán, apagando su SIA al pasar por Israel. Quince días después, una tormenta acercó los glóbulos de alquitrán a la orilla manchando la costa israelí y surlibanesa. Miles de voluntarios a ambos lados de la frontera se han acercado a limpiar sus playas.

En Israel se ha prohibido el acceso a los bañistas y también la venta de productos que vengan del mar Mediterráneo. Aún no se ha calculado el impacto del desastre ecológico sobre el ecosistema, pero ecologistas y grupos ambientalistas estiman que el daño es extenso. A día de hoy, dos semanas después de la catástrofe, el mar sigue extrayendo chapapote sobre su arena. Más de 45 millones de shékels unos 11,3 millones de euros han sido destinados a las tareas de limpieza, que se prevé que tardarán meses.

Dudas sobre la acusación

Han surgido voces que ponen en duda la versión del Ministerio de Protección Ambiental israelí. La capacidad de un barco de verter petróleo a propósito para que, dos semanas después, dañe la costa de un país, parece muy compleja, ha opinado Seth J. Franzman en The Jerusalem Post?. Eso requeriría el estudio de las corrientes frente a la costa y el conocimiento de dónde se debe descargar la carga y a qué hora terminar en un lugar determinado, ha añadido.

La posibilidad de que Irán se arriesgue a dañar la costa de Gaza o sus amigos de Hizbulá en el Líbano parecería ser un riesgo importante para Teherán, ha concluido. Los Ministerios Militar, de Defensa y de Exteriores de Israel no han confirmado la acusación hecha por Gamleil. No está tan claro, pues, que este acto de "terrorismo ambiental" tenga la firma de los ayatolás.