El secretario general de la OTAN ha cerrado su discurso ante las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos con un mensaje muy elemental que sirve para dar respuesta a los desafíos planteados por Donald Trump, quien ha cuestionado la utilidad de la Alianza Atlántica y ha criticado duramente a algunos de sus aliados. Tener amigos es bueno, ha dicho el noruego Jens Stoltenberg ante el aplauso en pie de los legisladores. Su discurso ha servido para conmemorar el 70 aniversario de la fundación de la OTAN y para refrendar el apoyo total del Congreso al pacto de defensa común que sustenta la estrecha relación entre Europa y EEUU. Una relación que Trump ha despreciado, poniendo en peligro uno de los pilares de la hegemonía mundial estadounidense.

Fueron los líderes republicanos y demócratas del Congreso los que invitaron a Stoltenberg a dirigirse a las dos cámaras en la misma ciudad donde se firmó el Tratado del Atlántico Norte meses después del final de la Segunda Guerra Mundial. El gesto buscaba expresar la adhesión estadounidense al pacto a pesar de la crisis de confianza que han generado las dudas planteadas por Trump. Stoltenberg se esforzó por dar munición a sus anfitriones. Presentó a la OTAN como una organización indispensable para preservar la paz y la prosperidad de europeos y estadounidenses y defendió un organismo con crecientes atribuciones y dispuesto a acoger nuevos miembros.

La OTAN ha sido buena para Europa, pero también lo ha sido para EEUU, dijo el exprimer ministro noruego a los congresistas. Stoltenberg recordó que la única vez que la OTAN ha invocado el artículo 5, que activa la defensa común al considerar un ataque contra uno de sus miembros como un ataque contra todos, fue después de los atentados terroristas del 11-S. Nuestra alianza no ha durado 70 años por una cuestión de nostalgia o sentimiento. Ha durado porque responde al interés nacional de todas nuestras naciones.

CRÍTICAS DE BORRELL

En su discurso se cuidó mucho de criticar directamente a Trump, con quien mantiene una buena relación, aunque reconoció que la organización atraviesa por un momento delicado. Tenemos que ser honestos. A ambos lados del Atlántico hay preguntas sobre la fortaleza de la alianza. Y sí, hay diferencias, dijo Stoltenberg. Dos días antes el ministro de Exteriores español, Josep Borrell, expresó algunas de ellas durante un discurso en Washington ante el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. Borrell se quejó del unilateralismo de la Casa Blanca y su falta de respecto hacia los aliados, a los que no avisó con antelación del repliegue de tropas en Siria, del acuerdo nuclear con Irán o de la ruptura del pacto de control de armas atómicas con Rusia. Son decisiones que afectan a nuestra seguridad, dijo Borrell antes de participar cumbre ministerial de la OTAN.

Sin llegar a pronunciar su nombre, Stoltenberg agradeció a Trump que los aliados se hayan comprometido a aumentar su gasto en Defensa. Para seguir siendo una alianza fuerte, la OTAN tiene que ser una alianza justa. El pulso por las contribuciones económicas de cada país ha dominado el debate en los últimos años, a pesar de que hay quien considera la discusión absurda. Es uno de los debates más insubstanciales y verdaderamente estúpidos de la historia moderna, escribió recientemente Anthony Cordesman, uno de los estrategas más influyentes en Washington.

Cordesman recordó que solo los europeos gastan cuatro veces más en defensa que Rusia, el principal rival de la Alianza, una diferencia que es 15 veces mayor si se incluye a EE UU. El verdadero desafío para la OTAN es utilizar sus recursos con la mayor inteligencia posible, escribió el analista.