Para Donald Trump el mundo está en apuros y su cometido es arreglarlo, aunque la tarea le enemiste con medio planeta y su nueva forma de hacer política levante ampollas. Sin embargo, no todos los gobiernos europeos comparten la dura reacción del presidente de la UE, Donald Tusk, que el pasado martes calificaba a la nueva Administración estadounidense de amenaza al nivel de Rusia, China o el yihadismo. Y las primeras fisuras sobre cómo responder a la hostilidad que llega del otro lado del Atlántico se han visto esta mañana en la cumbre de Malta.

“No, no me siento amenazado, pero creo que hay margen para explicar las cosas, porque a veces da la impresión de que la nueva Administración (de EEUU) no conoce la Unión Europea al detalle, pero en Europa los detalles cuentan”, ha advertido el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, a su llegada a la primera cita de jefes de Estado y de Gobierno del año. El democristiano, que comparte grupo político con Tusk, rebaja así el tono y se distancia del contenido de la carta de invitación remitida por Tusk a los líderes europeos. Una misiva que, según fuentes de su entorno, fue remitida a título personal como “contribución a la cumbre” pero elaborada en base a los contactos que ha mantenido en los últimos días con “una larga lista de países”.

Con igual cautela se ha pronunciado la cancillera alemana, Angela Merkel. Aunque su país ha sido foco de críticas -los asesores de Trump han acusado a Berlín de utilizar el euro en beneficio propio-, la dirigente alemana ha recordado que el destino de Europa está en sus propias manos y que es quien debe definir el papel que desempeña en el mundo. “Cuanto más claros seamos sobre cómo definimos nuestro papel en el mundo, mejor podremos ocuparnos de nuestras relaciones transatlánticas”, ha indicado, recordando que la prioridad debe ser hablar sobre Europa y no sobre otras partes del mundo.

FRANCIA SE REVUELVE CONTRA TRUMP

Pero no todos los dirigentes europeos están dispuestos a pasar por alto los desaires de las dos últimas semanas. Y el más elocuente y rotundo de todos ellos ha sido el presidente francés, François Hollande. “No puede aceptarse que haya, a través de determinadas declaraciones del presidente de Estados Unidos, una presión sobre lo que debe ser Europa o dejar de ser”, ha dicho a su llegada a la reunión, poniendo el acento en el proteccionismo que pretende promover Estados Unidos. “No habrá futuro con Trump si no lo definimos en común”, ha alertado.

Con igual tono crítico entraba el primer ministro luxemburgués,Xavier Bettel, “Aunque es muy pronto para sacar conclusiones, lo que ha ocurrido en los últimos días no representa los valores por los que yo lucho en política”, ha indicado. “Para ser honesto, tenemos sentimientos enfrentados sobre los últimos pasos que hemos visto. Algunos aspectos de la política de Trump han elevado la preocupación”, admite el primer ministro austriaco, Christian Kern.

La primera ministra británica, Theresa May, la única dirigente europea que se ha visto con Trump, ha entrado al palacio presidencial donde se celebra la cumbre sin hacer declaraciones, aunque durante el almuerzo tiene previsto explicar su reciente contacto con el presidente estadounidense. Lo mismo harán Merkel y Hollande, que también han mantenido contacto telefónico con el nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Tras el almuerzo, la cumbre proseguirá a 27 para hablar del futuro de la UE y empezar a preparar la cumbre de Roma del 25 de marzo, en la que se conmemorará el 60 aniversario de la Unión. El debate debe seguir para empezar a definir el mensaje a lanzar en la capital comunitaria. “El debate no será conclusivo”, explican fuentes del Consejo sobre la reflexión.