El tercer y último debate entre los dos adversarios que se disputan la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, George Bush, y el demócrata John Kerry, acabó en la madrugada de ayer como los dos primeros, con una victoria del senador por Massachusetts, según los sondeos realizados tras el duelo celebrado en Tempe (Arizona). Sin embargo, los comentaristas políticos coincidieron en que Kerry no logró dar el golpe de gracia a su adversario, por lo que la carrera electoral entra en sus últimos 20 días sumida en la mayor de las incertidumbres. El país, dividido en dos mitades, no logra decidirse claramente por ninguno de los candidatos a la presidencia.

CARGAR DE IMPUESTOS Los 90 minutos de preguntas en la Universidad Estatal de Arizona a cargo del moderador, el periodista Bob Schieffer, de la cadena televisiva CBS, permitieron al actual líder de la Casa Blanca presentar a su rival como un político escorado a "la extrema izquierda", un "liberal" convencido y decidido a cargar a los estadounidenses de más impuestos para financiar costosos programas sociales.

Desde la trinchera opuesta, Kerry atacó sin piedad al presidente por la pérdida neta de empleo bajo su gestión, el incremento desmesurado de los costes de sanidad, que ha dejado a 45 millones de ciudadanos sin seguro médico, la creciente diferencia entre ricos y pobres, el salario mínimo, estancado en 5,15 dólares por hora, y la diferencia en salario, a igual trabajo, de las mujeres respecto a los hombres. Ellas ingresan 76 centavos por cada dólar que cobran los hombres. "Voy a mantenerme firme y a luchar por el trabajador estadounidense", prometió Kerry, presentándose como el paladín de las clases obrera y media, como hizo en su día, con gran éxito, el expresidente Bill Clinton.

VICTORIA EN LOS SONDEOS Su mensaje pareció calar entre los telespectadores, ya que tres sondeos instantáneos de las grandes cadenas televisivas le dieron como vencedor del duelo: la CNN por un margen del 52% contra el 39%, la CBS por el 39% frente al 25% y la ABC por el 42% contra el 41%. Sin embargo, harán falta todavía varios días para comprobar si este tercer triunfo de John Kerry se traduce en una ventaja sólida en la intención de voto sobre George Bush.

Los temas nacionales dominaron el debate, en el que Bush se mostró en algunos momentos impaciente e irritado, frente al frío aplomo de su rival, el mismo que ha desplegado en los tres duelos y que le ha servido para hacer que la carrera electoral cambie de dirección.

Kerry ha neutralizado los ocho puntos de diferencia que le llevaba Bush en los sondeos tras el primer debate, el pasado 30 de septiembre en la Universidad de Miami. "Yo creo que Dios quiere que todo el mundo sea libre, y eso ha sido parte de mi política exterior", confesó el presidente Bush, en un guiño a los votantes más conservadores.

En un raro punto de acuerdo, los dos rivales a la Casa Blanca se opusieron a la legalización del matrimonio entre parejas homosexuales, pero el candidato demócrata desató las iras republicanas al mencionar a la hija lesbiana del vicepresidente, Dick Cheney. "Todos somos hijos de Dios, como diría la hija del vicepresidente Cheney si le preguntaran", comentó Kerry. "No tenía que haber metido a mi hija en ésto", se revolvió después del debate Cheney.