John Kerry, el derrotado candidato demócrata a la Casa Blanca el 2-N, no está dispuesto a desaparecer del horizonte político como hizo su predecesor, el exvicepresidente demócrata Al Gore, en el 2000. Decidido a convertirse en el jefe de la oposición, el senador por Massachusetts llamó a la lucha a sus partidarios este fin de semana, para frenar "el asalto ultraderechista a los valores e ideales más importantes para nosotros" que prepara el presidente George Bush.

"No es el momento de retroceder y acomodarse a las posiciones de los extremistas, sino de mantenerse firmes", arengó en un combativo correo electrónico que envió el viernes a los tres millones de inscritos en su portal electoral de internet. Kerry, que obtuvo el 2-N un 48% de los votos, ha regresado a su escaño senatorial por Massachusetts, donde permanecerá otros cuatro años. Desde esta base, ha comenzado a maniobrar para alzarse como el jefe de la oposición demócrata.

REBELION REPUBLICANA Por otras parte, un grupo de ultraconservadores republicanos en la Cámara de Representantes se alineó el sábado con el Pentágono para rebelarse contra los deseos de Bush, y logró que se suspendiera la votación final sobre la ambiciosa reforma de las agencias de espionaje, empezando por la CIA, que perseguía la Casa Blanca.