Las primeras restricciones de movimiento de personas tras la imposición del estado de excepción en Ucrania han llegado. Kiev prohibió la entrada en el país de varones de nacionalidad rusa con edades comprendidas entre los 16 y los 60 años, al tiempo que reforzó los controles de seguridad en los puntos fronterizos del país, reservándose el derecho de restringir los ingresos de individuos de otras nacionalidades, con especial atención a los pasaportes de otras antiguas repúblicas soviéticas.

El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, aseguró que la medida esta destinada a impedir que se repita lo sucedido en el 2014, cuando hombres vestidos de camuflaje sin distintivos militares -en realidad, miembros de las fuerzas especiales rusas- tomaron el control de edificios oficiales y centros neurálgicos de la península de Crimea, precipitando poco después la anexión del territorio. «Son medidas para impedir que la Federación Rusa forme destacamentos militares privados en territorio ucraniano, que en realidad son unidades de las Fuerzas Armadas [de ese país]», destacó el jefe del Estado ucraniano.

Otra de las restricciones de la recién aprobada ley marcial incluye la limitación del movimiento hacia las regiones bajo el dominio de las milicias prorrusas en Donetsk y Luhansk, así como la posibilidad de incrementar los controles de seguridad a ciudadanos que hayan mostrado simpatías hacia el poderoso vecino del este durante los últimos años. En este sentido, el Servicio Ucraniano de Seguridad (SBU) informó del registro del domicilio del metropolitano Pável, destacada figura de la iglesia ortodoxa leal al Patriarcado de Moscú, al frente del Monasterio de las Cuevas, uno de los lugares icónicos de la capital ucraniana. Según el SBU, se le investiga por atentar «contra la igualdad de los ciudadanos» y por «incitar a la violencia interconfesional».

AL BORDE DEL CISMA / La reciente decisión del patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, de reconocer la «autocefalia» de la iglesia ortodoxa ucraniana ha puesto al Patriarcado de Moscú en pie de guerra, situando al mundo cristiano ortodoxo al borde del cisma religioso. El Gobierno de Kiev, y en concreto el presidente Poroshenko, el principal instigador de esta decisión, la justifica asegurando que los religiosos de obediencia a Moscú fomentan en Ucrania la polarización de la ciudadanía y difunden la visión del Kremlin sobre el conflicto.

Los 24 marineros ucranianos apresados, incluidos los tres que permanecían hospitalizados, fueron trasladados a Moscú e internados en la prisión de Lefórtovo y en su ala médica, según ha informado la cadena de televisión liberal TV Dozhd. Un movimiento que algunos juristas locales denuncian como «ilegal». El Ministerio de Exteriores ucraniano intenta que su personal diplomático en Rusia pueda tener acceso a ellos, algo que no había conseguido aún ayer, ni tampoco el Comité Internacional de la Cruz Roja. La crisis del mar de Azov protagonizará las reuniones entre los dirigentes del G-20 este fin de semana, pese a la cancelación del encuentro previsto entre Donald Trump y Vladímir Putin. La UE ha visualizado su apoyo sin fisuras a Kiev después de que el presidente de la Comisión Europea, Donald Tusk, diera por «seguras» la renovación, este diciembre, de las sanciones a Rusia. El G-7 exige a Rusia la liberación de las tripulaciones ucranianas y la «libre navegación» en el mar de Azov.