Estados Unidos ya tiene los gestos que exigía. Corea del Norte ha puesto sobre la mesa sus instalaciones de pruebas nucleares y lanzamientos de misiles y permitirá que expertos internacionales supervisen su desmantelamiento. La lógica negociadora sugiere que Washington responda con concesiones igualmente rotundas para que el proceso de desnuclearización supere el atasco actual.

El acuerdo fue anunciado ayer, en el segundo día de la visita a Pyongyang del presidente surcoreano, Moon Jae-in. Kim Jong-un accedió a cerrar para siempre la superbase de Tongchan-ri.

Y también expresó su deseo de dar más pasos, como sacrificar Yongbyon, el principal centro de elaboración de material nuclear, pero solo si Washington responde con las «medidas recíprocas» que fueron pactadas en la cumbre de Singapur de junio. Yongbyon ocupa el centro del programa nuclear norcoreano y sirve de termómetro de sus intenciones.

En el año 2008 derribó una de sus torres de enfriamiento tras un acuerdo con Estados Unidos y la volvió a levantar años después cuando regresaron las tensiones.

El sacrificio de Tongchan-ri es el gesto más decidido de los muchos que ha amontonado Corea del Norte en los últimos meses. Antes había decretado una moratoria unilateral de lanzamientos de misiles y ensayos nucleares y destruido la base montañosa de Punggye-ri, donde puso en práctica sus seis detonaciones atómicas.

PROCESOS ATASCADOS

Fueron pasos insuficientes para Washington, que pedía más brío en su desnuclearización antes de sentarse a negociar el levantamiento de sanciones económicas o la firma de un tratado de paz.

El proceso permanece atascado por la desconfianza mutua a pesar de las triunfalistas declaraciones de Trump en Singapur. Moon había acudido a Pyongyang para traducir las declaraciones ampulosas y grandilocuentes en gestos tangibles. Misión cumplida.

El presidente surcoreano expresó su deseo de que Corea del Norte y Estados Unidos vuelvan a la mesa de negociaciones. «Ellos han mostrado continuamente su confianza mutua y espero que organicen otra cumbre lo antes posible», dijo ayer en rueda de prensa. Trump aceptó recientemente la oferta de Kim Jong-un pare reunirse de nuevo aunque no se sabe aún la fecha ni el lugar.

También se desconoce qué entiende Pyongyang por «medidas recíprocas» o qué lejos puede llegar Washington en sus concesiones. Trump aplaudió el acuerdo desde Twitter y calificó los gestos norcoreanos de «muy emocionantes».

OTRA VISITA HISTÓRICA

La cumbre presidencial también ha servido para avanzar en el proceso de pacificación entre ambos países. Kim devolverá la visita «lo antes posible» a Moon en Seúl. La cuarta reunión entre ambos supondría la primera vez que un líder norcoreano pisa la capital surcoreana, desde la guerra entre las dos Coreas iniciada en 1953.

El listado de medidas acordadas no es breve. También conectarán sus líneas de ferrocarril en las costas este y oeste, reanudarán su colaboración en el complejo industrial de Kaesong, permitirán que turistas del sur regresen al monte Kumgang, cancelarán los ejercicios de artillería en la frontera y presentarán una candidatura conjunta para organizar los Juegos Olímpicos de 2032.

«El camino no será siempre cómodo sino que habrá retos y pruebas, pero cuantos más superemos, más fuertes seremos. No estamos asustados de los retos futuros», afirmó Kim Jong-un en la rueda de prensa conjunta ofrecida tras su reunión por ambos mandatarios. «Una era sin guerras ha empezado», sintetizó Moon. El Kremlin alabó los primeros resultados de la cumbre de las dos Coreas y calificó de «buena noticia» el acuerdo logrado entre los mandatarios de ambos países.