No es el salto definitivo que esperan muchos militantes de la oposición británica, pero sí un paso significativo para neutralizar el brexit. Los laboristas cambian oficialmente su postura y Jeremy Corbyn exige al futuro primer ministro conservador, nombramiento que casi con toda seguridad recaerá en Boris Johnson, someter a referéndum cualquier acuerdo que se adopte sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

En una carta a las bases, difundida tras una reunión de la directiva laborista, Corbyn indica que los laboristas harán en esa segunda consulta «campaña por la permanencia frente a una salida sin acuerdo o un pacto que no proteja, ni la economía, ni el empleo».

«El nuevo primer ministro debe tener la confianza de someter su acuerdo, o la falta del mismo, a una consulta popular», indica Corbyn.

LA SUCESIÓN DE MAY / El próximo 23 de julio se conocerá el nombre del sucesor de Theresa May, con Johnson, partidario del brexit duro, muy destacado en la carrera.

La nueva posición del Partido Laborista no termina sin embargo de ser transparente e inequívoca. Corbyn no aclaró qué haría la formación en caso de que se convoquen elecciones anticipadas y las ganen los laboristas, ni si continuaría entonces con la promesa de seguir adelante con el plan de la salida de la Unión Europea.

El anuncio se produjo pocas horas después de que los cinco principales líderes sindicales se pronunciaran a favor de una segunda consulta. Pero los sindicatos dejaron claro que su principal opción es la de unas elecciones generales antes del brexit y, si ganaran los laboristas, estos deberían negociar un nuevo acuerdo con Bruselas y someterlo al voto de los ciudadanos.

En esa eventualidad, el partido, con un nuevo acuerdo, según sugieren los sindicatos, debería hacer campaña en favor de la salida. El laborista Hillary Bent, presidente del comité parlamentario para el brexit, que ha hecho campaña por una segunda consulta, considera impensable esa posibilidad. «No puedo ver que los laboristas vayan a unas elecciones generales diciendo que van a cumplir el brexit, porque es muy difícil que puedan ganar una elección en esas circunstancias, señala. Otro diputado laborista, Phil Wilson, advertía de que «los votantes y las bases no van a tolerar más confusión o seguir arrastrando los pies».

El anuncio de Corbyn supone en todo caso un gran vuelco a la línea oficial del laborismo, en este asunto crucial que le desgarra internamente y diezma sus posibilidades en las urnas. Hace dos años, Corbyn, entonces muchísimo más popular que ahora, prometió cumplir el resultado del referéndum y apoyó en votación la puesta en marcha del Artículo 50 que puso en marcha el proceso de salida de la Unión Europea. Llegó incluso a pedir que ese mecanismo entrara en acción inmediatamente.

DESGASTE Y AMBIGüEDAD / El dirigente se negó rotundamente a respaldar una campaña laborista en favor de la permanencia, ante la posibilidad de un segundo referéndum, que tampoco aceptaba. Pero el desgaste del proceso, su ambigüedad y el intento de complacer, tanto a los simpatizantes laboristas a favor de la permanencia como a los de la salida, condujo a un rotundo fracaso en las últimas elecciones europeas, donde los laboristas apenas obtuvieron el 13,6% de votos y quedaron en tercer lugar.

Un sondeo de YouGov de la pasada semana les colocaba en cuarta posición en unas elecciones generales, tras conservadores, el Partido del Brexit y los liberales. Corbyn es consciente de que el contencioso europeo «ha venido dividiendo a nuestras comunidades y en ocasiones a nuestro propio partido también». Pero no existe una solución a gusto de todos.

La decisión de la directiva va a enfurecer a los diputados laboristas dependientes de las circunscripciones electorales en las que los votantes tradicionales del partido son mayoritariamente favorables al brexit e interpretarán el giro de Corbyn como una traición.