Un nuevo diputado laborista dimitió ayer tras criticar el giro hacia la izquierda de su partido y el antisemitismo enquistado en el seno de la formación. Se trata de Ian Austin, de 53 años, euroescéptico, que votó a favor del plan de May tumbado por el Parlamento y que se opone a un segundo referéndum. Austin es el noveno parlamentario laborista que dimite esta semana. En su caso no se integrará en el nuevo grupo independiente constituido por los diputados huidos. Dijo estar «avergonzado» de las políticas de Corbyn y habló de un partido «roto».

«Estoy horrorizado por la ofensa y la angustia que Jeremy Corbyn y el Partido Laborista han causado a los judíos», denunció Austin. Y añadió: «Creo que Corbyn ha cambiado por completo lo que era un partido mayoritario y lo ha convertido en un partido completamente distinto con unos valores diferentes». El segundo del partido, Tom Watson, dijo que su renuncia culmina una semana de agitación en la política británica. En apenas cinco días, nueve diputados laboristas y tres conservadores han abandonado sus respectivos partidos. Las dos grandes formaciones políticas tradicionales están completamente partidas por la mitad por culpa del brexit.

En el caso de los laboristas, la fractura es más profunda porque se añaden otros asuntos como las políticas de izquierda o el antisemitismo. Los nueve fugados laboristas son centristas y blairistas. La fuga de Austin se produce después de que un grupo de diputados laboristas amenazaran con un éxodo masivo si no daba su respaldo a un segundo referéndum. Le piden a Corbyn que dé apoyo a una enmienda que propondría una nueva consulta y que podría ser votada el miércoles.

Corbyn ha sido criticado por su ambigüedad respecto al brexit. Propone negociar una unión aduanera y mantener vínculos con el mercado único, pero no es partidario de celebrar una nueva consulta, pese a que esta es la opinión mayoritaria dentro del partido.

El grupo independiente constituido esta semana ya cuenta con nueve diputados laboristas y tres conservadores proeuropeos. De momento, no tienen previsto constituirse como partido político, pese al espacio que ha quedado libre en el centro tras el viraje hacia la izquierda de los laboristas y a la derecha de los tories. El sistema político británico favorece el bipartidismo y penaliza a partidos emergentes como el UKIP, que en las generales del 2015 sacó un 13% de los votos y solo un diputado.

En el caso de los conservadores, Theresa May busca frenar la intrusión de miembros de derecha dentro de su partido para evitar la salida de más diputados. Ya han abandonado tres diputados y otros han amenazado. Están molestos por el cariz brexiteer y populista que está adoptando el partido, lo que ellos llaman «blukip», en referencia a la entrada de seguidores del UKIP al partido para propiciar un brexit duro.