El presidente francés, Emmanuel Macron, ha desplegado 40 metros de alfombra roja para acoger la primera visita de Estado del presidente chino, Xi Jinping, a París coincidiendo con el 55º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países.

Pero las muestras de hospitalidad se han mezclado con mensajes de firmeza en un momento en el que el gigante asiático usa las divisiones europeas para ampliar su expansionismo económico en el viejo continente.

Macron ha puesto por tanto el acento en la dimensión multilateral que debe guiar cualquier relación con Pekín. “Ningún país, por muy fuerte que sea, puede definir solo las reglas internacionales”, ha advertido en una breve comparecencia en el Elíseo tras reunirse con Xi Jinping.

Francia teme que los europeos sucumban a la ofensiva china, que ha tenido éxito en Italia, donde Jinping ha logrado un gigantesco proyecto de infraestructuras marítimas y terrestres en el marco de las nuevas rutas de la seda.

Es la razón por la cual Macron quiere presentar un frente unido y este martes ha invitado a la cancillera alemana, Angela Merkel, y al presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, a sumarse a la reunión con el presidente chino.

RELACIÓN EQUILIBRADA

Su intención es que las relaciones con Pekín descansen sobre bases "claras, exigentes y ambiciosas". En este sentido, ha propuesto una "asociación euro-china fuerte" y una relación económica "leal y equilibrada".

"Los equilibrios del mundo contemporáneo han cambiado por completo. China y Francia tienen una responsabilidad: construir los equilibrios de mañana", ha abundado el presidente francés. La Unión Europea se ve atrapada entre las ambiciones chinas y el unilateralismo comercial de Estados Unidos. De ahí la insistencia del presidente francés en lograr una posición común europea.

Durante la visita de Jinping se han firmado una treintena de contratos bilaterales. Entre ellos un macroacuerdo sellado por Airbus para la venta de 300 aparatos a la empresa estatal china CASC por valor de 30.000 millones de euros. La primera jornada del presidente chino en París culminaría con una cena de Estado en el Elíseo en presencia de 400 personalidades del mundo de la política, la cultura y el espectáculo.