En el Arco del Triunfo de París, ante los 70 jefes de Estado y de Gobierno reunidos para conmemorar el fin de la primera guerra mundial, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha evocado las lecciones de la historia para lanzar un mensaje político y hacer un llamamiento a la responsabilidad de la comunidad internacional: conviene no repetir los errores del pasado.

“El 11 de noviembre de 1918, a las11 horas de la mañana, hace cien años, día por día, hora por hora, en París, como en el resto de Francia, se escucharon los clarines y sonaron las campanas. Era el armisticio, el fin de cuatro años largo combate. Sin embargo, el armisticio no fue la paz”, dijo al iniciar su discurso.

Macron ha recordado que, durante los cuatro años que duró la contienda“Europa estuvo a punto de suicidarse” y que las huellas de esa guerra que parece tan lejana siguen presentes en Francia, en Europa y en Oriente Próximo. “Recordémoslo. No olvidemos”, ha insistido.

Populismos

En el actual contexto histórico marcado por el auge del populismo y la defensa de los intereses nacionales, el presidente francés ha señalado que el patriotismo es exactamente lo contrario del nacionalismo. “El nacionalismo es su traición”, ha dicho, como un eco de la frase pronunciada por François Mitterrand: “el nacionalismo es la guerra”.

Un mensaje destinado no sólo al presidente Donald Trump, que el pasado octubre se declaró nacionalista para desmarcarse de los defensores de la globalización, sino a hacer de la conmemoración del armisticio una rampa de lanzamiento de la campaña electoral europea que se perfila como un combate entre nacionalistas y progresistas.

El presidente francés, que esta tarde inaugura junto a la cancillera alemana, Angela Merkel, un foro por la paz ha hecho un elogio de la reconciliación y el multilateralismo citando la amistad franco-alemana como origen de la Unión Europa o el espíritu de cooperación encarnado en las Naciones Unidas. Y apeló a rechazar la fascinación “por el repliegue, la violencia y la dominación”

Imagen de unidad

Los actos que han hecho de París la capital mundial de la diplomacia arrancaron poco antes de las 11 horas en el Palacio del Elíseo, donde Macron y su esposa Brigitte recibieron a los mandatarios antes de recorrer los Campos Elíseos a bordo de varios autobuses.

Bajo la lluvia y el viento, Macron y el resto de líderes -salvo Donald Trump, el presidente israelí, Benjamin Netanyahu y el ruso Vladimir Putin que hicieron el trayecto por su cuenta alegando razones de seguridad- recorrieron a pie los últimos metros de la avenida, dejando una imagen de unidad que evocaba la manifestación celebrada en París el 11 de enero del 2015 en repulsa a los atentados contra Charlie Hebdo.

Macron pasó revista a las tropas acompañado de su primer ministro, Edouard Philippe, y de la ministra de Defensa, Florence Parly. A continuación, un grupo de alumnos de institutos de Seine Saint Denis leyeron fragmentos de cartas de soldados de diversas nacionalidades enviadas desde el frente de la gran guerra.

Un minuto de silencio roto por los acordes de la Marsellesa dio paso al discurso de Macron, que culminó con el gesto simbólico al reavivar la llama al soldado desconocido apoyado en los jóvenes estudiantes.

Irrupción de Femen

Por otro lado, a pesar del amplio dispositivo de seguridad desplegado en la capital francesa, dos militantes de Femen lograron romper el cordón policial e irrumpir en los Campos Elíseos al paso de la limusina del presidente Donald Trump para denunciar la “hipocresía” del mandatario. En la Plaza de la República está convocada una manifestación en protesta por su presencia en París.

Entre los asistentes a los actos de conmemoración del fin de la primera guerra mundial, además de los líderes de Alemania, Estados Unidos, Rusia e Israel, figuraban el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, el rey de Marruecos, Mohamed VI, el príncipe Alberto de Mónaco y el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, así como el secretario general de Naciones Unidas Antonio Guterres. España ha estado representada por el rey Felipe VI y el presidente Pedro Sánchez con su esposa.