Emmanuel Macron inicia este martes en Ajaccio una de las visitas más delicadas desde el inicio de su mandato en mayo del 2017. El progresivo avance electoral del nacionalismo corso, consolidado en las elecciones regionales del pasado diciembre, obliga al presidente francés a salir de la deliberada ambigüedad que ha mantenido hasta la fecha sobre la política que aplicará en un territorio que lleva cuatro décadas envenenando las relaciones con París.

Durante la campaña electoral, Macron sedujo a los líderes de la isla con la promesa de una mayor descentralización en el marco de lo que llamó "un nuevo pacto girondino". Ahora tendrá que detallar hasta dónde está dispuesto a llegar y cuáles son las líneas rojas que el Estado francés no va a traspasar.

De momento, las señales que salen de la capital francesa están lejos de satisfacer la demanda de mayor autonomía exigida por el tándem dirigente formado por el autonomista Gilles Simeoni, presidente del Ejecutivo local, y el independentista Jean Guy Talamoni, responsable de la Asamblea corsa.

Irritados

De las entrevistas que mantuvieron en París los pasados 22 y 23 de enero con el primer ministro, Edouard Philippe, el presidente del Senado, Gérard Larcher, y el de la Asamblea Nacional, François de Rugy, salieron tan irritados por el inmovilismo de sus interlocutores que optaron por presionar a Macron días antes de su desplazamiento.

El pasado sábado convocaron una manifestación en Ajaccio en la que participaron entre 7.000 y 8.000 personas, 25.000 según los organizadores, bajo el lema "democracia y respeto para el pueblo corso". Fue un aviso de que están preparados para mantener un pulso con el Estado francés.

La independencia no figura en el catálogo de reivindicaciones con el que Simeoni y Talamoni lograron hace dos meses el 56,5% de los votos, pero sí un nuevo régimen autonómico que requiere incluir algún tipo de referencia a la especificidad corsa en la Constitución francesa.

Revisión constitucional

Macron está abierto a contemplar esa posibilidad en el proceso de revisión constitucional previsto para este verano, aunque inscribiéndola en un "derecho a la diferenciación" aplicable a todas las regiones, y no sólo a Córcega. Una opción que garantiza el conflicto con los líderes corsos porque éstos aspiran a una mención específica en la Carta Magna similar a la del territorio ultramarino de Nueva Caledonia en el que este otoño se celebrará un referéndum de autodeterminación.

Otro punto de discordia es el de la lengua corsa. Siendo candidato presidencial, Macron dijo que la única lengua de la República es el francés y esa visión sigue vigente. Por lo tanto, la pretensión nacionalista de la cooficialidad lingüística está abocada al fracaso. Igual que la de lograr una ley de amnistía para los llamados presos políticos encarcelados en Francia, aunque en este terreno el Gobierno abre la puerta a su acercamiento a prisiones corsas en función de la situación del reo.

La reclamación de un estatuto de residente, que condicionaría la compra de viviendas a un periodo mínimo de estancia en Córcega para luchar contra la especulación inmobiliaria, también tropieza con el rechazo del Ejecutivo.

Por eso, Simeoni habló de "capitulación” al resumir el fruto de las reuniones institucionales mantenidas en París y de "falta de voluntad política" por parte del Estado para iniciar un diálogo "sin condiciones".

Resolución de la Asamblea

La insistencia en abrir un proceso negociador con París se ha materializado además en una resolución aprobada el 2 de febrero por la Asamblea corsa que exige al Estado tener en cuenta las reivindicaciones nacionalistas.

Para sorpresa del Gobierno, el texto lo han suscrito los seis diputados del grupo Andà per Dumani liderado por el alcalde de Bonifacio y cabeza de lista de La República en Marcha (LREM) en los comicios regionales, Jean Charles Orsucci, que ha recibido un toque de atención de la formación del presidente. "Esa posición no es la del partido", ha dicho su delegado general, Christophe Castaner.

Este encontronazo ha provocado que el Elíseo haya descartado un encuentro entre Orsucci y el presidente francés, que inicia su visita de dos días a la isla en una fecha de alto contenido simbólico. Este martes se cumplen 20 años del asesinato a manos de un comando terrorista del prefecto (delegado del Gobierno) Claude Érignac, un acontecimiento grabado en la memoria colectiva de corsos y franceses.

Macron presidirá en Ajaccio la ceremonia de homenaje a Erignac, celebrará un almuerzo de trabajo en la Prefectura, se reunirá con el alcalde de la capital corsa, Laurent Marcangeli, y luego lo hará con Gilles Simeoni y Jean Guy Talamoni antes de viajar a Bastia, donde el miércoles pronunciará un discurso clave para conocer el proyecto político del presidente sobre Córcega.