Tras haber obligado a Emmanuel Macron a ceder en materia económica, los chalecos amarillos se anotan una primera victoria política al imponer un debate sobre el referéndum de iniciativa ciudadana, un instrumento inspirado en el modelo suizo que obligaría al Gobierno a someter al voto de los franceses los proyectos legislativos que recaben un número determinado de firmas.

El primer ministro, Edouard Philippe, se mostró ayer favorable a abordar este asunto en una entrevista al diario Les Echos. «Este debate también lo tendremos. No podemos estar en contra de ese principio. Puede ser un buen instrumento en una democracia, pero sobre cualquier tema ni bajo cualquier condición», reclamó.

Además de una crisis social, ligada a la pérdida prolongada del poder adquisitivo de las clases medias, las manifestaciones de los chalecos amarillos han puesto de relieve una gran desconfianza en los líderes políticos y en las instituciones democráticas. La quinta jornada de protestas, que el sábado dejó en las calles menos manifestantes y menos violencia, ha marcado un giro en las reivindicaciones y el referéndum de iniciativa ciudadana (RIC) ha cobrado protagonismo. Varios candidatos presidenciales, entre ellos la ultraderechista Marine Le Pen y el líder de La Izquierda Insumisa, Jean Luc Mélenchon, habían defendido este tipo de consulta. Macron no lo contemplaba pero los chalecos amarillos le obligan a revisar su agenda política.

Aunque el movimiento pierde fuelle, nadie canta victoria porque las causas del malestar siguen presentes. El objetivo del tándem ejecutivo es iniciar el diálogo y estructurar el gran debate nacional anunciado por Macron para dar respuesta a las preocupaciones expresadas en la calle. Se abordarán cuatro grandes temas -transición ecológica, fiscalidad, organización del Estado y democracia y ciudadanía- y los alcaldes tendrán un papel protagonista como correa de transmisión de las reivindicaciones ciudadanas.

AUTOCRÍTICA

«No hemos escuchado bastante a los franceses», admitía Philippe en la misma entrevista al diario económico, en la que reconocía errores en la gestión de la crisis que ha sacudido al país durante un mes. Preparar esa concertación nacional que se lanzará en enero se ha convertido ahora en una urgencia. Macron reunirá hoy en el Elíseo a varios de sus ministros.

Por su parte, el Ministro del Interior, Christophe Castaner, pidió a los chalecos amarillos desbloquear las rotondas para no seguir paralizando la economía francesa. Algunos de sus miembros siguen apostando por mantener la presión en la calle, pero otros barajan convertir el movimiento en una alternativa política y presentar una lista a las elecciones al Parlamento Europeo de mayo. De materializarse, Macron saldría paradójicamente beneficiado porque, según un sondeo del Instituto Ipsos, una candidatura de este tipo le robaría votos al partido de Marine Le Pen y a la Francia Insumisa de Jean Luc Mélenchon.

SUBIDA DEL SALARIO MÍNIMO

Esa cita electoral será crucial para el presidente francés, que se verá obligado a reorientar su programa hacia el terreno de la protección social. «Ningún país puede avanzar si no escucha la cólera legítima de nuestros pueblos», admitió Macron en el pasado Consejo Europeo de Bruselas. El primer ministro, Eduard Philippe, anunció que la subida de 100 euros en el salario mínimo se aplicará a partir de febrero y que la medida conllevará un déficit del 3,2% del PIB en el 2019. Para rebajar la factura del Estado se limitará la bajada del impuesto de sociedades a las grandes empresas con lo que se espera recaudar unos 1.800 millones de euros.