Emmanuel Macron ha entrado de lleno en la polémica generada por el uso de la cloroquina como tratamiento para luchar contra el coronavirus, sin pronunciarse abiertamente sobre la molécula que atiza el debate científico y político en plena pandemia.

El presidente francés se reunió este jueves con el microbiólogo que más divide a sus colegas, el profesor Didier Raoult, en el Instituto del Hospital Universitario de Marsella que dirige y en el que miles de personas hacen cola cada día para ser diagnosticados y tratados.

Fue una visita sorpresa que no figuraba en la agenda del Elíseo y se hizo sin prensa desatando todo tipo de especulaciones. Oficialmente, el encuentro se programó para que Macron supiera cómo están las cosas en el terreno de los posibles tratamientos antes de hablar con el director general de la OMS.

Según el entorno presidencial no se quiere dar la sensación de que se favorece a un equipo científico en detrimento de otro. Es un secreto a voces que el presidente del consejo científico que asesora al Gobierno en la gestión de la emergencia sanitaria, Jean François Delfraissy, se lleva a matar con Didier Raoult, quien participaba hasta hace poco en las reuniones del órgano asesor, y es, además de un arduo defensor de la cloroquina, un personaje muy célebre en las redes sociales.

El debate sobre la cloroquina está tan viciado que ha alimentado teorías conspiratorias que se preguntan insistentemente por qué no se generaliza un medicamento que este médico marsellés mundialmente reconocido juzga eficaz. De ahí a hablar de un complot de la industria farmacéutica como hacen muchos simpatizantes de derecha y extrema derecha, no había más que un paso.

El mensaje de Macron va por tanto orientado a zanjar los rumores de un complot y dejar claro a los defensores de Raoultentre los que se cuentan no pocos políticos de todo el espectro ideológico- que no tiene nada en contra de este científico reputado e iconoclasta de 68 años, aires de viejo roquero y un gusto desmesurado por la provocación.

El 21 de enero, cuando las autoridades chinas anunciaban que cerrarían Hubei Raoult declaraba en su canal de YouTube que la preocupación por el Covid-19 era delirante. Se mueren tres chinos y se desata una alerta mundial, la OMS se inmiscuye y se habla en la televisión y en la radio. Es todo una locura, no hay ninguna lucidez, decía.

Toxicidad cardiaca

En cualquier caso, muchos franceses reprochan al Gobierno un exceso de prudencia por no generalizar el dichoso fármaco. Sin embargo, no hay una sola prueba clínica concluyente sobre su eficacia en enfermos de Covid-19 y sí bastantes evidencias de efectos secundarios graves.

El centro regional de fármaco-vigilancia de Niza ha registrado desde el 27 de marzo 54 casos de problemas cardiacos en pacientes tratados con este fármaco, de los cuales siete fallecieron de manera repentina y otros tres se salvaron gracias a un tratamiento con electrochoque.

Su responsable, Milou-Daniel Drici, cree que estamos ante la parte visible del iceberg, porque el 95% de los efectos secundarios no se declaran y el director general de la Agencia Nacional de Seguridad del Medicamento, Dominique Martin, señala que los datos del centro de Niza confirman la toxicidad cardiaca de la hidroxicloroquina, especialmente asociada a la azitromicina, un antibiótico.

El temor a las complicaciones cardiacas es lo que ha llevado a las autoridades sanitarias a reservar el uso de la hidroxicloroquina a los pacientes hospitalizados.

Demanda creciente

Sanofi, que comercializa la cloroquina bajo el nombre de Planéquil, ha anunciado este viernes un donativo de 100 millones de dosis a cincuenta países. El laboratorio francés ha aumentado su producción en un 50% y prevé cuadriplicarla de aquí al verano ante la creciente demanda de los Gobiernos de todo el mundo.

El propio Donald Trump presiona para eliminar las barreras al uso de la cloroquina con los argumentos peregrinos que le caracterizan. Ha existido durante mucho tiempo, así que sabemos que si las cosas no salen según lo planeado no va a matar a nadie, ha dicho.

Por otro lado, 50 miembros de la tripulación del portaaviones Charles de Gaulle han dado positivo en los test de coronavirus, según ha informado el Ministerio de Defensa, y tres militares han sido evacuados al hospital de Toulon de manera preventiva.

Además, las familias de los fallecidos por coronavirus no tendrá que asumir los gastos de la conservación de los féretros tras la polémica desatada por la funeraria que gestiona la morgue instalada en el mercado de Rungis, que cobraba por sus servicios.