Sin sorpresas, el Gobierno de Emmanuel Macron superó, ayer, las dos mociones de censura presentadas por la oposición -una defendida por la centroderecha y otra patrocinada por la izquierda- en el marco del escándalo del guardaespaldas Alexandre Benalla. La mayoría absoluta de la formación macronista en la Asamblea Nacional confería ínfimas posibilidades de éxito a sendas mociones, desligándolas de todo valor práctico y otorgándoles una importante carga simbólica.

La iniciativa presentada por la formación conservadora Los Republicanos, con 143 votos a favor -de los 289 necesarios para validar la moción-, fracasó. Al igual que la defendida por el bloque de izquierdas, que consiguió 74 votos.

Si bien las mociones de censura son un clásico en la política francesa, hay que remontarse hasta 1980 para encontrar dos mociones de censura presentadas de manera simultánea. Un detalle que ilustra la indignación generalizada provocada por la gestión del escándalo protagonizado por el exjefe de seguridad del presidente, Alexandre Benall, grabado por una cámara mientras daba una paliza a un manifestante en un acto del Primero de Mayo.

En un debate cuando menos acalorado, el primer ministro, Édouard Philippe, apostó por arremeter contra la oposición denunciando «la instrumentalización política» del asunto en cuestión. «Con este affaire, se juega todo salvo la búsqueda de la verdad (…) Ahora la oposición se une (…) Ustedes que pretenden combatirse entre sí, ahora están dispuestos a votar un mismo texto», remarcó el primer ministro.

Édouard Philippe hacía referencia así a varias cuestiones inéditas: la alianza de socialistas, comunistas y diputados de la Francia Insumisa -cofirmantes de la moción de censura presentada por la izquierda-; y el apoyo de la líder de extrema derecha Marine Le Pen y del diputado izquierdista Jean-Luc Melénchon a sendas mociones. Macron asumió el pasado miércoles su responsabilidad en el asunto.