El regreso a sus casas parece cada vez más lejano, pero el pasado fin de semana el pueblo saharaui se sintió muy cerca de las ricas tierras --fosfatos, petróleo, pesca-- que Marruecos le arrebató en 1975. La Marcha Blanca por la Paz, integrada por refugiados, organizaciones solidarias y políticos de varias comunidades españolas, recorrió a la inversa el camino del exilio.

La caravana partió de los campamentos de Tinduf, donde malvive una población a expensas de la ayuda internacional, atravesó los pedregales de la hammada argelina, el desierto de los desiertos, y se presentó, ya en territorio liberado, frente al muro de 2.720 kilómetros formado por barreras de piedra y espinos, 160.000 soldados marroquís, abundante armamento pesado y un millón de minas.

El ´plan Baker´

En las montañas que hace 29 años cruzaron a pie miles de saharauis huyendo del genocidio, muy cerca de la ciudad santa de Smara, volvieron a llorar y a clamar por una solución pacífica respetando el plan Baker , que pasa por aplicar las resoluciones de las Naciones Unidas y convocar un referendo de autodeterminación.

"La nueva resolución que hará pública Kofi Annan el próximo viernes vuelve a darnos la razón y documenta la posición intransigente de Marruecos, pero faltan medidas efectivas de presión", dijo Mohamed Abdelaziz, el presidente de la nación sin tierra, la República Arabe Saharaui Democrática (RASD). "El tiempo --añadió Abdelaziz-- es nuestro aliado porque tenemos la razón y todo el mundo lo sabe". Pero el tiempo empieza a ser un grave problema.

Han pasado ya casi 30 años de la Marcha Verde, 30 años desde que Marruecos disfrazó su expansión militar con una invasión civil precedida de napalm y destrucción, 30 años de cruel exilio. "Acabó el tiempo de espera. Hemos perdido, y hay que admitirlo. En 1991, cuando el Polisario paró la guerra, murieron nuestras posibilidades", resume un joven saharaui nacido en los campamentos. Miles de chavales formados en universidades de Cuba y de Argelia no quieren entregar su vida a una "causa estancada".

Una unión difícil

"El tiempo corre a favor de Marruecos, que acaba de conseguir otra moratoria de 10 meses", insiste el mismo joven universitario. "Entiendo esa desesperanza, pero nuestra fuerza es la paciencia y la perseverancia", señala el presidente de los saharauis.

Abdelaziz espera que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se pronuncie a favor de la causa saharaui, "o sea, por el respeto a la legalidad internacional". Su pueblo, sin embargo, desconfía. "Ningún gobierno democrático ha hecho nada por el Sáhara. Y en este momento de polarización de conflictos sólo se mira lo que pasa con Irak, EEUU, Palestina e Israel. Parece que lo demás no importa", opina Carmelo Ramírez, presidente de la Federación Estatal de Instituciones Solidarias con el Pueblo Saharaui (Fedissah). Y recuerda que el "muro de la verguenza marroquí" es tres veces mayor que el que Israel construye para aislar a los palestinos.

Observados por los soldados fronterizos marroquís, con los que algunos saharauis comparten fuego y conversación en las frías noches del desierto, la Marcha Blanca acabó acorralando pacíficamente a los enviados de la Minurso (Misión de las Naciones Unidas para el Referendo del Sáhara Occidental), y con todos los participantes en este acto, incluida la actriz española Marisa Paredes, escribiendo su nombre en una piedra junto a los campos minados.