En los restos de uno de los aviones siniestrados en Rusia se encontró hexógeno, un explosivo muy potente, utilizado en proyectiles de artillería. El explosivo es una versión mejorada del TNT, mucho más estable y menos sensible que la nitroglicerina. Al hexógeno se le conoce también como ciclonita o RDX y se presenta como un polvo blanco de fina cristalización. No tiene sabor ni olor y es un producto sintético.

Es un explosivo conocido por los rusos, ya que fue el que se encontró en los atentados contra edificios de apartamentos en Moscú, en Volgodonsk y en San Petersburgo en 1999 y que costaron la vida a 237 personas. El Gobierno de Vladimir Putin atribuyó estos ataques a los separatistas chechenos.

De hecho, los terroristas chechenos han protagonizado algunos de los episodios más sangrientos de la historia de Rusia. En junio de 1995, guerrilleros chechenos tomaron un hospital en la localidad de Budionovsk, en el sur de Rusia, y mantuvieron secuestradas a cerca de 1.500 personas en el interior. Después de dos asaltos fallidos del Ejército ruso, el secuestro terminó con 120 muertos civiles.

El 23 de octubre del 2002, los guerrilleros secuestraron a 700 personas en el interior de un teatro de Moscú. Las tropas rusas asaltaron el lugar con la ayuda de un gas paralizante que terminó matando a 127 rehenes.

Dos mujeres chechenas con bombas adosadas al cuerpo mataron a 15 personas que presenciaban un concierto en la entrada del aeródromo de Tushino.