El Elíseo intenta sofocar un incendio imprevisto que adquiere tintes de grave crisis en la cúpula del Estado y coloca a Emmanuel Macron en una situación delicada. Un colaborador del presidente francés, Alexandre Benalla, responsable de su seguridad durante la campaña electoral y nombrado luego adjunto a su jefe de gabinete, aparece en un vídeo golpeando a un joven en el barrio latino de París durante la manifestación del pasado Primero de Mayo, según desveló el miércoles el diario Le Monde.

Pese a no ser policía, Benalla porta un casco con visera y escudo similar a los utilizados por los antidisturbios que están sofocando un conato de altercado y en las imágenes grabadas por un manifestante y difundidas en las redes sociales se le ve dar una paliza a un chico que se encuentra en el suelo. Al saberse filmado y para evitar ser reconocido, se aleja de la zona.

La escena no solo es chocante sino que abre numerosos interrogantes a los que ni la presidencia de la República ni el Gobierno han logrado todavía dar respuestas convincentes. El portavoz del Elíseo, Bruno Roger-Petit, un hombre que pocas veces sale a la palestra, ha sido el primero en dar explicaciones. Según ha señalado, Benalla había pedido permiso para asistir en su día libre a una intervención de las fuerzas del orden, autorización que recibió solo en calidad de observador.

El Elíseo supo enseguida que se había extralimitado y decidió sancionarle con una suspensión de empleo y sueldo durante 15 días por un «comportamiento inaceptable». Benalla se reincorporó a su trabajo el 19 de mayo, aunque fue trasladado a un puesto administrativo y desde entonces se ocupa de la seguridad de los eventos organizados en el interior del palacio, como la recepción en homenaje a la selección de fútbol vencedora del Mundial de Rusia del pasado lunes. Benalla estaba presente en los jardines del palacio, pero también en el recorrido del autobús de los Bleus por los Campos Elíseos, así que hay algo que no encaja.

Por si fuera poco, el portavoz presidencial ha desvelado que un gendarme en la reserva reconvertido en agente de seguridad privada, Vincent Crase, estuvo junto a Benalla en la misma protesta y también se empleó a fondo arrastrando por el suelo a un manifestante. En este caso, el Elíseo despidió a Crase.

La polémica por el caso Benalla ha llevado a la oposición en bloque a redoblar la presión sobre Macron para que rinda cuentas y aclare cómo es posible que un colaborador que se ha arrogado las competencias de las fuerzas del orden siga manteniendo su empleo. La Francia Insumisa de Jean Luc Mélenchon ha solicitado la apertura de una comisión de investigación en la Asamblea Nacional y el presidente de Los Republicanos, Laurent Wauquiez, se ha preguntado si hubo algún interés en tapar este asunto. «Tenemos la sensación de que el Elíseo se cree por encima de todo», dijo.

Incomodidad evidente

Con este ambiente de fondo, el primer ministro, Edouard Philippe, se ha visto obligado a justificarse en el Senado. Visiblemente incómodo, Philippe ha dicho que Benalla se hallaba en el lugar de la manifestación «a título personal» y no en el marco de una misión encomendada por el Elíseo. El ministro del Interior, Gérard Collomb, ha pedido a la Inspección General de la policía nacional investigar en qué condiciones estaban Benalla y Crase junto a las fuerzas del orden aquel día y ha subrayado que el colaborador del presidente no tenía «ninguna legitimidad para intervenir». De momento, Macron guarda silencio. «La República es inalterable», se ha limitado a decir cuando un periodista le preguntó sobre el escándalo.