Al menos dos personas murieron víctimas de la represión policial en Birmania durante una noche de manifestaciones multitudinarias contra el golpe de Estado que dieron los militares el 1 de febrero, mientras se preparan más protestas para este sábado en las principales ciudades del país asiático.

Según informó el canal DVB News, la Policía abrió fuego en la noche del viernes al sábado contra la multitud en el distrito de Tharketa de la ciudad de Rangún, la más poblada del país, durante una protesta seguida por miles de personas.

La Policía empleó gas lacrimógeno y granadas aturdidoras para disolver a los manifestantes, que desafiaron a los agentes con sus proclamas y que en algunos distritos se defendieron desde los balcones de sus apartamentos apagando todas las luces al paso de las fuerzas de seguridad y vertiendo agua hirviendo.

Tras los altercados nocturnos, el movimiento de desobediencia civil contra la junta militar que perpetró el golpe de Estado hizo hoy un llamamiento en las redes sociales para replicar las protestas multitudinarias en las principales ciudades del país.

La nueva jornada de protestas coincide con el aniversario de la muerte de un estudiante en 1988 a manos de los militares, lo que provocó una oleada de manifestaciones de repudio que fueron reprimidas a sangre y fuego por efectivos castrenses y dejaron más de 3.000 muertos.

La junta militar golpista, que desde el 1 de febrero ha causado más de 70 muertos entre participantes en las protestas pacíficas debido principalmente a disparos de policías y soldados, también ha acosado a periodistas y medios que cubren las manifestaciones.

Según la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) en Birmania (Myanmar), cerca de 40 periodistas han sido detenidos desde el golpe de Estado entre un total de 2.045 arrestados, de los que 1.726 continúan privados de libertad.

Los uniformados justifican el golpe por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que arrasó el partido de la depuesta líder Aung San Suu Kyi y que fueron calificados de legítimos por los observadores internacionales.