«Mandadlas de vuelta!, ¡mandadlas de vuelta¡». Donald Trump interrumpía su discurso para dejar que miles de sus huestes pidiesen expulsar de EEUU a las mujeres congresistas demócratas con su origen en la inmigración. Días antes, el magnate las señaló en Twitter dejando caer un «por qué no te vuelves a tu país» que ha levantado condenas al otro lado del Atlántico.

Primero fue la primera ministra británica, Theresa May, quien condenó por «inadmisibles» las palabras de Trump y ayer la cancillera alemana, Angela Merkel, no dudó en sumarse. «Sin duda alguna rechazo esos comentarios y quiero mostrar mi solidaridad con las cuatro congresistas», dijo Merkel, quien ya mantiene una díficil relación con Trump pero que siempre ha hecho gala de una gran discreción en lo referente a cuestiones de política interna de otros estados.

Merkel respondió a esta pregunta en su tradicional rueda de prensa de verano. La cancillera empieza ahora un breve periodo de vacaciones después de que en el último mes sus temblores públicos han hecho saltar las alarmas sobre un posible problema de salud. Sin embargo, Merkel quiso descartar esas especulaciones asegurando que su estado de forma es «saludable» para seguir al frente del Gobierno. Justo ayer, una encuesta del canal ZDF revelaba que el 80% de los alemanes consideraban esos posibles problemas como asunto privado.

Aunque con el más que cuestionable pacto con Turquía la llegada de refugiados a Europa ha descendido en los últimos años, el Mediterráneo sigue siendo una gigante fosa común para aquellos que huyen de la miseria. Desde que en el verano del 2015 optó por una política migratoria de puertas abiertas, que ha ido cerrando, Merkel pidió un sistema de cuotas para repartir esas personas de forma equitativa entre los estados de la UE. «El rescate marítimo no es solo una obligación, sino también un imperativo de la humanidad», añadió la cancillera.

Con una aliada como Ursula von der Leyen al frente de la Comisión Europea, la cancillera ve con más optimismo una posible reforma de la Convención de Dublín, que establece como norma que solo se puede solicitar asilo en el primer país europeo al que se llega, algo que termina sobrecargando a los países mediterráneos. Merkel apoya así la intención de su compañera de partido de corregir esa política.

El encuentro de Merkel con los medios de comunicación tuvo lugar mientras por las calles de Berlín cientos de estudiantes volvían a protestar contra el cambio climático, como llevan haciendo cada viernes. La cancillera reconoció el esfuerzo de la activista Greta Thunberg y del movimiento Fridays for Future. «La seriedad con la que los jóvenes nos señalan que sus vidas están en juego nos ha llevado a actuar con mayor decisión en este sentido», agregó. El próximo 20 de septiembre el gabinete climático del Gobierno anunciará un nuevo paquete de medidas.

AFIANZANDO EL LEGADO

Merkel utilizó ese acto con la prensa para defender la promoción de dos de sus más estrechas aliadas: por un lado, el nombramiento de su heredera Annegret Kramp-Karrenbauer como ministra de Defensa, y por el otro, la elección de Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea. La cancillera negó sin embrago que haya un «dominio alemán» en Europa. «Alemania no decide nada por sí sola», afirmó.

Merkel confía en no terminar su mandato de forma abrupta y mantener a flote su gobierno junto a los socialdemócratas.