La política alemana vive horas caldeadas. El primer debate general en el parlamento tras el parón veraniego ha estado tensamente marcado por las protestas de corte racista que el país ha vivido en las últimas semanas. En este agitado clima, la cancillera Angela Merkel ha aprovechado el discurso sobre los presupuestos para cargar contra los ataques perpetrados por la ultraderecha. "No puedo permitir se dé por sentado que ésta es una ocasión para protestas contrarias a la dignidad humana”, ha remarcado, en un tono pasional que raras veces muestra.

A pesar de condenar la violencia radical y asegurar que hay que llevar a la justicia a sus culpables, Merkel ha subrayado que “las generalizaciones sobre grupos o regiones, como Sajonia o el Este alemán, son inapropiadas”, defendiéndose así de las palabras del co-presidente de la formación anti-inmigración Alternativa para Alemania (AfD), Alexander Gauland, quien la había acusado anteriormente de criminalizar las “protestas pacíficas” de Chemnitz. En un guiño hacia esos votantes, la líder democristiana ha asegurado que en los nuevos presupuestos figurará un aumento de la seguridad que vele por la convivencia.

MANIPULACIÓN DE LO SUCEDIDO

Gauland también ha aprovechado su comparecencia parlamentaria, la primera del día, para asegurar que “no hubo cazas de Chemnitz”, achacando a los medios de comunicación una manipulación de lo sucedido, una versión que, sin pruebas, también defendió el jefe de los servicios de inteligencia alemanes, Hans-Georg Maaßen, aunque después se retractó. Aunque Gauland ha aceptado que en las protestas hubo “idiotas que hicieron el saludo hitleriano” no ha tardado en remarcar que “lo realmente malo de Chemnitz fue el crimen sangriento de dos solicitantes de asilo”, insistiendo en una hipótesis que la policía aún no ha confirmado pero que da réditos políticos a AfD, que apunta por primera vez a más de un 16% de los votos.