Ángela Merkel está bien. La canciller alemana se ha pronunciado por primera vez de forma explícita sobre los dos episodios de temblores que han sorprendido a Merkel durante apariciones públicas y que han despertado todo tipo de especulaciones sobre su estado de salud. Con intención de desmentirlas, la mandataria ha asegurado encontrarse bien.

En el marco de la cumbre del G-20 en Osaka (Japón), la canciller ha respondido a una pregunta sobre su salud en una rueda de prensa conjunta con el ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz, y ha dicho que entiende el interés. "Pero no tengo nada particular de qué informar. Me encuentro bien. Estoy convencida de que de la misma manera que esta reacción hizo su aparición, también volverá a desaparecer", ha zanjado Merkel.

Pese a ser la primera declaración explícita de la líder alemana, previamente incluso el mismo día del último episodio de temblores, el portavoz del Gobierno, Steffen Seibert, aseguró que la canciller se encontra bien para confirmar que el viaje a Japón tendría lugar según lo planeado.

También ya la portavoz adjunta del ejecutivo, Martina Fietz, informó este viernes en una rueda de prensa ordinaria que Merkel está bien de salud y capacitada para cumplir con todas sus obligaciones, tras sufrir su segundo episodio de temblores en un acto oficial en Berlín también en plena ola de calor. Las imágenes que llegan de Merkel desde Osaka "muestran a una canciller totalmente activa y sana que cumple con su trabajo y con todos los encuentros agendados", ha insistido la portavoz.

REACCIÓN PSICOLÓGICA

Según fuentes cercanas al Gobierno, la propia Merkel considera que los temblores del miércoles pueden ser consecuencia de una reacción psicológica al episodio de espamos que había sufrido la semana antes durante un acto oficial con el nuevo presidente ucraniano, Vladimir Zelenski, tal y como publicaron el viernes los diarios 'Stuttgarter Zeitung' y 'Stuttgarter Nachrichten'.

"No hay nada de qué preocuparse. El recuerdo del episodio de la semana pasada llevó a la situación del miércoles, se trata pues de un procesamiento psicológico" de lo ocurrido entonces, señalaron las fuentes citadas por estas publicaciones. La canciller alemana de 64 años había tratado de restar importancia la semana pasada a las especulaciones desatadas sobre su estado de salud, después de que se la viera intentando controlar un temblor de manos y piernas mientras recibía a Zelenski, al atribuirlos a un supuesto problema de deshidratación.